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'A un par de capitanes generales no los vi muy seguros'

Miguel González

A sus 84 años, José Gabeiras Montero ha perdido algo de oído derecho, pero mantiene intacta la lucidez y el sentido del humor. Incluso cuando se trata de recordar aquella noche en que, junto al Rey y a su amigo el general Quintana, fue uno de los tres puntales de la defensa del Estado de Derecho frente a la sublevación.

Pregunta. ¿Sirvió el 23-F de vacuna contra el golpismo?

Respuesta. No creo ni en la vacuna de la gripe, porque la única vez que nos la pusimos mi mujer y yo la tuvimos. Benigna sí, pero la tuvimos. Así que si no fue bastante la del 36... pero espero que ésta nos sirva al menos para otros 50 años.

P. Usted no desconfió de Armada...

R. ¿Cómo iba a desconfiar de alguien que cito a las cinco de la tarde y se presenta? Si yo estoy en un golpe y me cita mi jefe no aparezco. O aparezco con un piquete armado.

P. ¿Cuándo empezó a desconfiar?

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R. Cuando Alfaro [presidente de la cúpula militar] me comunica en el Alto Estado Mayor: 'Dice el Rey que vuelvas al cuartel general, porque allí la cosa no está nada clara'. Al llegar, el general Mendizábal me cuenta que Armada está diciendo que los capitanes generales apoyan a Milans. '¿Pero es qué no estábais cuando hablé con casi todos?', replico. 'A ver, Alfonso, ¿qué explicación tiene esto?' Entonces me dice que el Ejército está en su mayoría con la sublevación y no hay más remedio que las Cortes le nombren a él presidente de un Gobierno de concentración. Mi reacción fue decir: 'Pero ¡qué Cortes son ésas amenazadas por fusiles!' Llamé al Rey indignado: 'Majestad, aquí nadie le obedece'. '¿Cómo?', exclamó. 'Es lo que está diciendo Armada', agregué, algo arrepentido. Al acabar, me pidió que le pusiera con Armada. No sé lo que le dijo, pero imagino que se despachó en buena forma.

P. Milans pretendía que otros capitanes generales siguieran su ejemplo.

R. Milans estaba mal educado y se creyó que la mayor parte le seguiría como corderos.

P. ¿No temió que algún capitan general se sumara al golpe?

R. A alguno no lo vi seguro, porque después de darle las órdenes me preguntó: '¿Y nada más?' Y yo le contesté: '¿No te parece suficiente que tengas la región en la mano y que no actúes más que a las órdenes del Rey o mías?' Pero no pasaron de un par los que dijeron eso, los demás acataron siempre... aunque sólo uno, Fernández Posse [capitán general de la Coruña] me informó de que Milans le había telefoneado para exponerle su teoría. Fue el único que me advirtió.

P. ¿Y Elícegui?

R. Elícegui [capitán general de Zaragoza] no es que estuviera en el golpe, pero estaba descontento.

P. ¿Cómo fueron sus conversaciones de esa noche con Milans?

R. Yo hablé con él en tres ocasiones. La primera me dijo que habían entrado en las Cortes y que no les pasara nada a los que estaban dentro. Yo entendí que se refería al Gobierno y a los diputados. La segunda, cuando me enteré de que había carros de combate en las calles de Valencia y él me aseguró que volvían de unas maniobras. A los pocos minutos, al conocer el bando que había dictado, le volví a llamar para decirle que me había engañado y que entregase el mando al gobernador militar de Valencia.

P. Usted ordenó a los gobernadores militares de la región que detuvieran a Milans.

R. Yo mandé a los gobernadores de Castellón y Alicante que fueran a Valencia e hicieran ver a Milans que no obedecían sus órdenes. Me llamaron horas después diciéndome que estaban cerca de Valencia, pero las tropas seguían desplegadas y no podían entrar. A Caruana [go-bernador de Valencia] le dije que se hiciera cargo de la Capitanía, porque Milans había sido depuesto. '¿Cómo voy a hacerlo si Milans me dice que actúa en nombre del Rey?' 'Vete a Capitanía, dile a Milans que telefonee al Rey y que te pase el aparato', le indiqué. Fue allí y, cuando Milans adivinó su pretensión, puso el revolver sobre la mesa y le dijo: '¡Atrévete!'

P. Nadie tenía demasiado interés en detener a Milans.

R. El general Leonardo estaba dispuesto a cumplir la orden. Dijeron que tenía miedo. No. Lo que temía es que a que a Milans no le pasara nada. Muchos lo pensaban. Como cuando dejó el mando de la División Acorazada, en protesta por el ascenso del general Ibáñez, y no lo castigaron sino que lo hicieron teniente general.

P. Los capitanes generales ¿no secundaron el golpe por lealtad a la Constitución o por obediencia al Rey?

R. Para mí son inseparables. No sé si soy leal a la Constitución, que me manda obedecer al Rey, o soy leal al Rey, gracias al cual vino la Constitución.

El general Gabeiras, en su domicilio.
El general Gabeiras, en su domicilio.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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