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La reedición de 'Gran Sol' recupera la prosa veloz e inimitable de Aldecoa

Ignacio Aldecoa (Vitoria, 1925- Madrid, 1969) era un vasco de tierra adentro que siempre adoró el mar y los trabajos bien hechos. Máximo representante de la literatura social, cuentista genial y comprometido con el mundo y con los perdedores, solía decir: 'En el mar encuentro la libertad'.

'Sí. Ignacio se embarcaba siempre que podía', recordó ayer su viuda, Josefina R. Aldecoa, en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid. 'Ya de pequeño escuchaba absorto los relatos de un tío suyo que era marino mercante, y siempre fue un gran lector de novelas de mar. Conrad, Melville, Baroja, Hemingway...'.

Todo ello junto, más su pasión natural por lo que Aldecoa llamaba 'la épica de los oficios', estuvo en el origen de Gran Sol, una de las escasas novelas marineras de la literatura española, pero no sólo eso.

Según Antonio Muñoz Molina, 'la novela recuerda a esos documentales maravillosos del cine mudo que retratan el trabajo de la gente'. Y lo hace, según el académico, 'aunando dos polos: el de la observación generosa y precisa de lo real y el de la invención absoluta'.

En efecto, Aldecoa basó su relato en su experiencia directa a bordo del frágil y vetusto pesquero vasco Alir. Durante el largo mes de navegación, el escritor trabajó codo a codo con los pescadores de altura, aprendió cómo hablaban, comió con ellos, escuchó sus historias, se empapó con la sal de sus vidas, se enamoró de su forma tranquila de enfrentar la incertidumbre y la adversidad.

Al regresar, Aldecoa dedicó la novela 'a los hombres que trabajan en la carrera de los bancos de pesca entre los grados 48 y 56 de latitud norte, 6 y 14 de latitud oeste, Mar del Gran Sol'. La encabezó con una cita de San Lucas: 'Dijo a Simón: tira a alta mar y echad vuestras redes para pescar'. Y luego le puso nombre al veterano patrón del Alir: Simón Orozco.

Un personaje mítico, heroico, íntegro y lleno de dignidad, un tipo de una pieza, que, según desvela su viuda, era algo así como el arquetipo del héroe aldecoano, y anduvo también por otros relatos del autor: 'Es el patrón, el patriarca, el padre, el gran responsable. Un protagonista abatido por la tragedia. Un protagonista individual en una novela de protagonismo colectivo'.

Josefina R. Aldecoa explica que 'Gran Sol es una novela muy significativa dentro de la trayectoria de Ignacio, porque es una novela de mar, su gran pasión, y porque es la primera de una serie que ya nunca pudo continuar y que llamó Épica de los grandes oficios'. Era un proyecto a largo plazo, un gran proyecto barojiano más, que quedó truncado por su muerte, a los 44 años. 'Ignacio también quería hacer la novela de la mina, y la de los trabajadores del campo, siempre en esa línea de interés por el ser humano y sus circunstancias', explica.

Novedad y tradición

Pero hay más. Como señala José Manuel Caballero Bonald, amigo y compañero generacional del autor, 'Ignacio Aldecoa siempre supo unir el oficio de la literatura con la aventura de vivir. Lo demuestra en Gran Sol, una novela en la que celebramos 'la novedad incesante de la tradición', como escribió Pedro Salinas'.

'Toda gran novela, y Gran Sol lo es, es una novela comprometida con el mundo', agrega Caballero Bonald.

Para su viuda, el libro 'es un reflejo de la actitud ante la vida y la muerte de su autor'.

Su amor a las gestas silenciosas de los hombres anónimos, un rigor literario de primera magnitud, esos diálogos de una autenticidad realista impresionante, la enorme riqueza y la musicalidad del lenguaje, su aproximación sincera y honesta al medio del que escribe y su ojo clínico general dan forma a una obra poderosa y valiente, tanto que Muñoz Molina considera que la reedición de Gran Sol es, 'sin duda, una de las novedades más audaces de la temporada'.

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