Madres del nuevo milenio
Con la entrada en el nuevo milenio, ha habido una avalancha de artículos acerca de los niños del futuro. Pues bien, para los niños recién nacidos el nuevo milenio no va a ser fácil. En cuanto a la maternidad, destaquemos las diferencias contando un cuento terrible. Adriana Ribeiro, angoleña de tez muy oscura, declaró a un periodista: 'Fui a un pueblo cercano a cambiar maíz por sal. Dejé a mis hijos mayores con mi hermana y me llevé a mi pequeña sobre la espalda. Después de conseguir sal y aceite de cocinar me subí a un camión para volver a casa. Había venido a pie, a campo a través. Pero, como estaba muy cansada, me subí al camión. A mitad de camino hubo una explosión. Un ruido terrible. Cuando me desperté, estaba en un hospital de Kuito. Me había quedado sin piernas. Y mi niña había muerto'.
Aquí es necesario destacar el contraste. Si se da a luz en Italia, se gozará de cinco meses de licencia con salario completo: el permiso de maternidad más generoso del mundo. No es así, por el contrario, en Nepal, donde las mujeres solo pueden disfrutar de dos permisos de maternidad en toda su vida laboral. Y esto si pertenecen al diez por ciento de las mujeres trabajadoras con empleos reconocidos oficialmente.
Reconozcámoslo: el mundo está lleno de contradicciones. Sean inexplicables o, por decirlo irónicamente, imponderables, no se puede dejar de intentar ordenar el mundo en un esfuerzo mental desesperado. ¿Niños del nuevo milenio? Las revistas nos han vendido a veces un nuevo milenio fantástico, al estilo de Los Supersónicos, el viejo dibujo animado de los años cincuenta, donde los guionistas proponían un retrato de familia americano en un futuro tecnológicamente perfecto. Desgraciadamente, todos los indicios hacen pensar que ese futuro perfecto se alarga cuando intentamos apretarlo entre las manos, y que cada vez es más remoto. Una suprema paradoja: cuanto más nos acercamos al futuro, el futuro está más lejano.
A pesar de todos los mensajes optimistas y bienintencionados acerca del nuevo milenio, queda la horrible sospecha, o más bien certeza, de que la injusticia en el mundo no tendrá fin, al margen de los avances tecnológicos o médicos de los países avanzados. En Jinjiang (China), un cartel situado en la oficina de planificación familiar de Yonghe, reza: 'Sin permiso, no hay boda. Sin permiso, no hay embarazo. Sin permiso, no hay hijo'.
Pero, a pesar del Gobierno chino, los niños del nuevo milenio seguirán naciendo. Los niños del nuevo milenio padecerán hambre. Los niños del nuevo milenio sufrirán enfermedades. Y serán maltratados. Un reciente estudio ha concluido que los niños castigados a diario terminan siendo asociales y desconfiados. Los psicólogos infantiles añaden la rabia y la falta de autoestima a los duraderos efectos de los castigos corporales vigorosos. Claro que hay quien sostiene que todo esto es una tontería.
No obstante, para terminar este artículo pesimista, se puede rizar el rizo de la alucinación futurista empezando por el alimento de un niño. Se supone que para calmar el llanto de un niño, las madres le dan el pecho. O un chupete con forma de pezón, a menudo bañado en vino dulce o zumo de frutas. Según un informe estadounidense de 1999, las madres que recurren a los chupetes dan el pecho menos tiempo, porque aseguran tener menos leche, o porque les parece incómodo. Pero aquellas mujeres que producen más leche de la que sus hijos consumen, pueden regalarla en otros países. El hospital Lokmanya Tilak de Mumbai (India) alberga el único banco de leche de la India. Para extraer leche a las mujeres lactantes se utilizan bombas mecánicas. La leche se pasteuriza por razones de seguridad -y para evitar el virus del sida- y luego se refrigera. El ama de casa Lata Rami, de 32 años, regala la que su tercer hijo no quiere: 'Me gusta dar leche a los demás', declara.
Esto es esperanzador. Demuestra que la primera y más importante vía de salvación de los niños del nuevo milenio es, cómo no, la generosa maternidad.
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