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El hijo de Mitterrand sigue preso para evitar la desaparición de pruebas

Sociedades ficticias

Jean-Christophe Mitterrand, el hijo mayor del fallecido presidente francés François Mitterrand, seguirá detenido en la cárcel de la Santé hasta, como mínimo, el 5 de enero. La demanda de libertad provisional presentada por el abogado de Jean-Christophe Mitterrand fue rechazada ayer en París. "Físicamente mi cliente soporta la prisión, pero moralmente se siente hundido. Basta con imaginar la dimensión del deshonor", declaró el letrado, Jean Pierre Versini, al saber que no había sido aceptada.Los jueces Isabelle Prévost-Desprez y Philippe Courroye acusan a J.-C. Mitterrand, de 54 años, de ser "cómplice en un asunto de tráfico de armas, de haber utilizado su condición de persona vinculada al servicio del Estado para tráfico de influencias, de encubrir un robo y de encubrir también abusos de confianza". Las razones argüidas por los jueces para denegar la libertad provisional es su temor a "que sean destruidas pruebas, manipuladas las cuentas bancarias o se presione sobre otros testigos" .

El traficante de armas franco-brasileño Pierre Falcone habría contado con la ayuda del hijo de Mitterrand -consejero presidencial entre 1986 y 1992- para vender material militar (armas y programas informáticos) a Angola. A cambio de esa ayuda ante el presidente angoleño Eduardo Dos Santos, el hijo de Mitterrand recibió 13 millones de francos (unos 325 millones de pesetas).

La cantidad encontrada en la cuenta suiza de Jean-Christophe es, según su abogado, la comisión legal "cobrada por intervenir en una operación de venta de alimentos a cambio de petróleo". No hay ningún documento que confirme este origen, pero sí hay, en cambio, rastro del paso del dinero por Mauritania, pues fue en dicho país donde determinadas sociedades abonaron los 13 millones de francos y los transfirieron a Suiza. El problema es que las sociedades en cuestión actuaron antes de tener una existencia real. El semanario Le Canard Enchaîné es el que ha revelado el carácter ficticio de las sociedades mauritanas y el que descubre también que Pierre Falcone mantenía buena amistad con George Bush, presidente electo de Estados Unidos y también hijo de presidente, al que había invitado a su finca en Arizona cuando ya era gobernador de Tejas. Bush y Mitterrand, hijos, se habrían conocido pues gracias a la mediación de Falcone y de su sociedad Falcon Oil.

Las actividades de Falcone, en la actualidad también encarcelado, han implicado a otros personajes de la vida política o cultural francesa, como el antiguo prefecto Jean-Charles Marchiani; al abogado y escritor de best sellers Paul-Loup Sulitzer; a otro ex consejero de Mitterrand, padre, como el escritor Jacques Attali, o al abogado de temas fiscales Allain Guilloux.

La repercusión política del escándalo es aún imprecisa. Lo seguro es que el escándalo resulta muy oportuno para el presidente Jacques Chirac, que ve cómo todos los asuntos que le relacionan con el Ayuntamiento de París y la financiación oculta de su partido pasan a un segundo plano.

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