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Nápoles recibe la geometría y la perfección de Gerardo Rueda

La doble exposición del artista forma parte de la ofensiva cultural de Exteriores

Elsa Fernández-Santos

Gerardo Rueda vuelve a Italia, un país al que estuvo unido a lo largo de toda su carrera. Una exposición dividida en dos espacios, uno dedicado a pintura y collage y otro a escultura, muestra desde ayer en la ciudad de Nápoles su búsqueda de la perfección a través de la geometría y el equilibrio. Nacido en Madrid en 1926 y fallecido en la misma ciudad setenta años después, Rueda es uno de los artistas españoles más importantes de la segunda mitad del siglo XX.

"La simetría es la muerte"

La exposición italiana es un anticipo de la retrospectiva que el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía dedicará el próximo año a Gerardo Rueda y también anticipa lo que significará la ofensiva cultural del Ministerio de Asuntos Exteriores tras reorganizar sus competencias, tal y como anunció ayer en Madrid el secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, Miguel Ángel Cortés.Organizada con la colaboración del Ministerio de Cultura italiano, el Ayuntamiento de Nápoles y el Ministerio de Asuntos Exteriores español, la exposición Gerardo Rueda, retrospectiva 1946-1996 -que permanecerá en Nápoles hasta el 27 de febrero y que luego viajará a Milán- cuenta con 80 cuadros y 30 esculturas. Veinte de las piezas han sido cedidas por el Reina Sofía, que hace un año compró 14 cuadros y recibió otros seis como donación.

El Palazzo Reale, un imponente edificio barroco situado en el corazón de la ciudad italiana, alberga las pinturas y collages, mientras las esculturas inauguran un nuevo espacio: la sala de Armería del Castell Nuovo. Las figuras limpias y geométricas de Rueda contrastan con las paredes enteladas y los techos rojos y dorados del Palazzo. Los valores estéticos del siglo XVIII se enfrentan así a los de final del siglo XX.

Dispuestas en paneles blancos por la comisaria de la exposición, la norteamericana Barbara Rose, las obras de Rueda recorren una trayectoria que Rose, historiadora de la American University y ex conservadora jefa del Museo de Bellas Artes de Houston, define como modélica. "El rigor de Rueda", dice la comisaria, "su búsqueda de la perfección y su total falta de compromiso hacia las modas y los gustos dan absoluta coherencia a su obra". "Rueda es el artista antiDisney", continúa Rose, "no hace nada para divertirnos. En su obra no hay religión de masas. Sólo hay lugar para la contemplación. Rueda era un humanista que buscaba un mundo armonioso. Si la definición de arte clásico es la de arte sin tiempo, Rueda fue un clásico desde el principio porque evitó estar al servicio de su tiempo".

Desde el primer cuadro (una vista de la fábrica madrileña de sus padres que el joven pintor creó desde la ventana de su casa) al sincretismo de sus cuadros monocromáticos, Rueda no elude sus influencias: Juan Gris, Malevich, Klee o Morandi. "Él no escondía sus referencias. No necesitaba mostrarse original precisamente porque lo era".

Para Barbara Rose, la obra de Rueda juega con la geometría pero huye de la simetría. "Para mí la simetría es la muerte. Estos cuadros son estables pero también son precarios porque nuestra vida es precaria y Rueda siempre se pone a la altura del hombre".Si las pinturas y collages del artista madrileño se enfrentan al barroquismo desatado del Palazzo Reale, las esculturas expuestas en Nápoles conviven desde ayer nada menos que con los restos humanos de unas ruinas de la Roma imperial. Las 30 esculturas se exhiben en una sala cuyo suelo de cristal deja ver las tumbas abiertas de las ruinas romanas. La exposición inaugura la sala de la Armería del Castell Nuovo. Piezas de madera viejas y nuevas y metales oxidados o relucientes muestran conjuntos geométricos de cajas, cubos y cilindros. "Lo que más me impresiona es su sentido de la escala", señala Barbara Rose. "Pueden ser esculturas muy pequeñas pero la sensación siempre es monumental. Es como si fueran maquetas para monumentos públicos. Lo curioso es que también parecen bodegones tridimensionales. Bodegones que, a diferencia de, por ejemplo, los de Mondrian, son anónimos. En ellos, la identidad de las cosas se pierde".

¿Invasión o presencia?

Dos policías del Castell Nuovo de Nápoles se sorprendían ayer ante el despliegue español en las salas públicas napolitanas. Bromeando se quejaron: "Esto es una invasión". Un español les corrigió: "Perdonen. Invasión, no. Presencia".

El Ministerio de Asuntos Exteriores ha querido desvincular la retrospectiva de Gerardo Rueda de la nueva Sociedad Estatal de Acción Cultural en el Exterior. A pesar de eso, la exposición se interpreta como un botón de muestra -por su ambición y su calado- de lo que pueden ser las actividades culturales de esta nueva sociedad en el extranjero. Aunque se esperaba la presencia en Nápoles de Miguel Ángel Cortés, secretario de Estado de Cooperación y para Iberoamérica, finalmente no acudió. Sí lo hizo José Guirao, ex director del Museo Reina Sofía y actualmente asesor artístico de Exteriores, aunque precisó que lo hacía a título personal.

La inauguración coincidía con una conferencia de prensa en Madrid, donde Cortés explicó la reorganización de las competencias culturales.

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Sobre la firma

Elsa Fernández-Santos
Crítica de cine en EL PAÍS y columnista en ICON y SModa. Durante 25 años fue periodista cultural, especializada en cine, en este periódico. Colaboradora del Archivo Lafuente, para el que ha comisariado exposiciones, y del programa de La2 'Historia de Nuestro Cine'. Escribió un libro-entrevista con Manolo Blahnik y el relato ilustrado ‘La bombilla’

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