_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Que se lo cuenten

"La voluntad del pueblo, no una hipertécnica dependencia de medidas estatutarias, debe ser nuestro principio director". Con este punto de partida, el Tribunal Supremo de Florida ha dado de plazo hasta el lunes para que terminen los recuentos manuales en los tres condados que faltan. El objetivo es confirmar que "el derecho al voto es el derecho a participar; a hablar; pero, aún más importante, a ser escuchado". Dominado por demócratas, que han votado de forma unánime, ese alto tribunal ha ordenado que esos resultados se incorporen a los datos oficiales que deberían anunciarse el lunes, lo que, de rebote, ha de permitir saber quién va ser el 43º presidente de Estados Unidos.Hay que ponerlo en condicional, pues hay muchas posibilidades de que la batalla legal se empantane, sobre todo una vez que Bush ha autorizado a sus abogados a que apelen al Supremo de Estados Unidos. La resolución del alto tribunal de Florida cojea, por lo demás, en un punto importante: el plazo. Convalida el recuento manual, pero no da tiempo a que se lleve a cabo en el condado de Miami-Dade, donde Al Gore podía tener más que un puñado de votos ocultos, algunos de los cuales ya aparecieron. La junta electoral de ese condado decidió ayer suspender el recuento, lo que sitúa a George W. Bush más cerca de la victoria. Cuando la distancia que le separa de Gore es de menos de 900 votos, toda papeleta cuenta. Los republicanos insisten, además, en incorporar un millar de votos por correo de militares que llegaron sin matasellos.

Ante el empate general, los 25 compromisarios de Florida son decisivos para que la balanza se incline del lado del gobernador de Tejas o del actual vicepresidente. Los ciudadanos de EE UU están ansiosos por conocer el resultado. Sobre todo, no quieren que la polémica se judicialice todavía más. Hay mucho poder en juego, y la situación se ha enmarañado hasta un grado insospechado. Cabe recordar que todo comenzó porque la ley de Florida obliga a un recuento cuando las diferencias entre los contendientes son inferiores al 0,5%, como ha ocurrido.

Un dato nada desdeñable es que el gobernador de Florida es hermano de Bush y, por ello, la actitud de su secretaria de Estado, Katherine Harris, que participó en la campaña del candidato republicano, debería haber sido más ecuánime. La limpieza democrática debe prevalecer sobre otras consideraciones. Ni a Estados Unidos ni al mundo les conviene un presidente elegido bajo la sospecha de irregularidades, pues la legitimidad del cargo más poderoso de la Tierra se resentiría.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Bush debería haber aceptado seguramente la oferta hecha hace unos días por Gore de contar a mano todas las papeletas en Florida, y con ese resultado, dirimir definitivamente la carrera a la Casa Blanca. Al menos debería el candidato republicano haber accedido a hablar con su rival para buscar, con la misma civilidad que está demostrando el pueblo estadounidense y los voluntarios que recuentan a mano las papeletas, una salida a lo que puede devenir en una situación envenenada.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_