_
_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La fiesta del deporte

Los Juegos de Sydney terminan hoy con un mensaje alentador: todavía es posible la vieja idea de una fiesta planetaria del deporte, según una liturgia diseñada por Pierre de Coubertin en el siglo XIX y vigente en el XXI. En lo esencial, el modelo no se ha modificado. Atletas de todo el mundo se han vuelto a reunir bajo diferentes banderas en busca de la excelencia en la competición. A Sydney se llegó con graves interrogantes sobre la salud del acontecimiento más trascendente del deporte. Los escándalos derivados de los sobornos a varios directivos del COI y la falta de una política coordinada en la persecución del dopaje generaron una crisis que algunos creyeron irremediable. La respuesta ha sido excelente. Por organización y vigor, Sydney se ha convertido en el mejor remedio contra el desaliento que pesaba sobre el movimiento olímpico. Australia ha vuelto a demostrar de nuevo su contagiosa pasión por el deporte. La gente ha acudido en masa a todas las competiciones, con un evidente entusiasmo por la causa local, pero sin un fanatismo nacionalista. En este sentido, el deporte mundial tiene una deuda de gratitud con un país que ha logrado trasladar la mirada hacia la pura competición y hacia los atletas, protagonistas exclusivos de estas dos magníficas semanas.

Para España, Sydney ha traído noticias preocupantes. Aunque las medallas no dicen todo sobre el estado del deporte en un país, sí funcionan como indicador de su salud. A falta de disputarse la última jornada, España mantiene su curva descendente tras el éxito de Barcelona. Los resultados no pueden interpretarse de manera catastrofista -a las 11 medallas conseguidas hasta la última jornada hay que añadir los fronterizos ocho cuartos puestos-, pero deben mover a la reflexión. Pasada la fiebre de Barcelona, el deporte español necesita definir un modelo que le saque de la atonía actual. En las cuestiones referidas al deporte de alto nivel, y los Juegos tratan de eso, el Gobierno ha actuado de una manera difusa, cuando no perniciosa. A día de hoy no se sabe muy bien cuál es su modelo para la próxima década. Esa falta de definición también se explica por la inestabilidad que se ha apreciado en la dirección del deporte español. En los cinco años de gobierno del Partido Popular, se han nombrado cuatro secretarios de Estado para el Deporte. A la inestabilidad se ha sumado así la falta de criterio por parte del Gobierno. De ahí que los mediocres resultados de Sydney dejen poco lugar para las dudas.

Cuando un tema da mucho que hablar, lee todo lo que haya que decir.
Suscríbete aquí

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_