Los ojos que vigilan el Estrecho
500 kilómetros de costa
Siempre hay alguien navegando por las aguas del estrecho de Gibraltar. Más de 83.000 embarcaciones lo cruzaron en 1999. A éstas, que se contabilizaron, hay que añadir las que no se incluyeron en los balances: decenas de embarcaciones de recreo, pesqueros, pateras con inmigrantes sin papeles e incluso barcos que trafican con sustancias ilegales. Mucho trasiego para una franja de agua tan pequeña, de apenas 14 kilómetros de anchura, como la que separa África de Europa. Por eso ha de haber alguien que no pierda detalle de lo que ocurre; alguien que esté siempre mirando. Ese alguien está en el Centro Zonal de Salvamento de Tarifa (Cádiz).Coordinar el tráfico en la franja del Estrecho y auxiliar a cualquier embarcación en apuros en su área de influencia son las principales ocupaciones del centro. Las cifras demuestran que estas misiones le dan ocupación de sobra: los 83.000 buques en tránsito supusieron una media de 10 buques a la hora, en lo que se refiere a salvamento y auxilio, el año se cerró con 343 intervenciones de ayuda, prácticamente una salida diaria. Pero, además, también está a su cargo la emisión de avisos sobre posibles riesgos a la navegación y de boletines actualizados sobre la situación meteorológica así como la colaboración en la protección del medio ambiente marino.
'Carriles' en cada sentido
Los navegantes conocen el centro como Tarifa Tráfico, señal con la que se identifica a través de la emisora de radio. Aunque el control de la navegación se circunscribe al Estrecho, su área de responsabilidad, en lo que a búsqueda y rescate se refiere, corresponde a una franja de 500 kilómetros de costa, que transcurren entre Ayamonte (Huelva) y Almuñécar (Granada), y a una superficie de 30.000 kilómetros cuadrados de agua (ver gráfico).El centro tarifeño, que se creó en 1985, está situado a pocos kilómetros de la ciudad de Tarifa, en el interior de un recinto militar a pesar de ser un organismo completamente civil dependiente del Ministerio de Fomento. El porqué del enclave se descubre en los días claros. Esos días, parece que no hicieran falta radares ni más ayudas electrónicas y al frente de la sala de control, entre ordenadores y alguna que otra carta marina, aparecen agua, muchos barcos y el monte Sidi Musa, la cima más al norte del continente africano y que en la mitología representa a Abila, una de las dos columnas de Hércules.
La navegación en el estrecho de Gibraltar no es fácil. Javier Gárate, marino de profesión y director del centro de Tarifa desde sus comienzos, explica que la travesía no ofrece demasiados problemas desde el punto de vista de los obstáculos -existen cuatro zonas de cierto peligro debido a las barreras naturales-, pero son bien conocidas por los marinos y están claramente señaladas en las cartas de navegación. Sin embargo, sí es fundamental la precaución con las corrientes.
El Estrecho es algo así como una tubería que vierte centenares de kilómetros cúbicos de agua desde e Océano Atlántico al Mar Mediterráneo, lo que provoca corrientes superficiales en dirección oeste-este que, en el centro del canal, pueden superar los cuatro nudos por hora. En las zonas más profundas, en cambio, las corrientes empujan en sentido contrario.
Por otra parte, como no puede ser de otra manera dada la escasez de espacio y la densidad del tráfico, el Estrecho no es un territorio de circulación salvaje. Sólo se permite la navegación, dependiendo de la dirección de la travesía, en una franja de 1,5 millas náuticas (2,7 kilómetros) en cada sentido (ver gráfico). Entre medias, una zona de 900 metros de anchura prohibida al tráfico impide que las salidas de carril tengan mayores consecuencias. Desde 1997, además, es obligatorio notificar el paso por la zona al centro de control a cualquier embarcación que no sea de recreo o pesquera, como petroleros, ferries, cargueros, cruceros, etcétera.Lejos quedan ya los tiempos en los que los marineros españoles preferían que, si llegaba el mal momento de un accidente en el mar, al menos les ocurriera en aguas extranjeras. Hasta 1990 no se creó la Sociedad Estatal de Salvamento, encargada de las labores de búsqueda y rescate en el mar. Ahora, el centro de Tarifa, que cuenta con un helicóptero, el Helimer Andalucía, capaz de llevar a bordo más de 20 personas si es necesario, varias embarcaciones de rescate diseminadas por los principales puertos andaluces y personal entrenado para las peores situaciones, se encarga de que nadie piense que en otro país hubiera sido mejor.
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