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Crítica:TEATRO - 'ESCENAS DE MATRIMONIO'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Veinte años de vida común

Los límites

Escenas de matrimonio

De Ingmar Bergman. Versión de Emilio Hernández. Intérpretes: Magüi Mira y José Luis Pellicena. Escenografía: José María Brioa. Dirección: Rita Russek. Teatro Lara. Madrid.

Es una comedia de la larga serie de las de parejas que exponen un largo matrimonio, una historia de amor y desamor, de engaños y desengaños. El teatro de dos personajes, forzado por una economía necesaria más que por una necesidad literaria o vital, ha creado este género: dentro de él, es más bien ligera, humorística, aunque no le falten crueldades, apuntes de lo que llamamos brutalidad doméstica, sexo, divorcio, reconciliación. El diálogo es suave y bien hecho, con la adaptación aceptable.Ingmar Bergman es autor de obras de actriz, y director de mujeres fino y agudo. El personaje femenino es el favorecido en esta obra; el que realmente ama, la mujer que sufre el abandono y lo lleva con paciencia y resignación al principio, no sin disgusto de las espectadoras más feministas, y luego va readaptándose a la situación: como si fuera también un transcurso en la educación de la mujer, o en su liberación, por lo que se supone que son las modificaciones de la mentalidad femenina: los veinte años de vida común de esta pareja parecen indicar el tiempo del tránsito.

En la realidad, ciertas adquisiciones o ciertas renuncias han durado más tiempo, por lo menos en España, donde se partía de bajo cero y donde ahora empiezan a sobrepasarse los límites de lo lógico.No quisiera decir que estos favores originales, el trabajo del versionista que es marido de la actriz y una mujer alemana enviada por Bergman para dirigir la escena, mejoren a Magüi Mira, que es una actriz de gran categoría y tiene por sí misma el suficiente talento como para llenar la escena, pero sí que perjudican al personaje masculino de la pareja y, por tanto, al actor José Luis Pellicena, que tiene que exceder sus propias condiciones profesionales para hacer soportable al hombre que abandona a tan deliciosa criatura por una jovencita, que casi la viola, o que le da una verdadera paliza en escena, y no se ocupa de sus hijas, y discute el dinero que debe dar para el divorcio.

Escenas de matrimonio va a tener muchas espectadoras, y me alegro. El escenario del Lara tiene uno de esos decorados en blanco que son limpios, agradables y de moda, y la pareja desarrolla sus acciones, reprobables o vindicativas, con talento. Los primeros aplausos, los del estreno, que les hicieron saludar reiteradas veces, parecen un buen indicio.

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