El trío de las maravillas
Si no existiera ya, la música española debería inventar el Trío Mompou, en el que se unen la competencia y el afán emprendedor del pianista cántabro Luciano González Sarmiento, la rigurosa musicalidad del violinista barcelonés Joan Lluis Jordá y el cálido virtuosismo del violonchelista búlgaro, hoy español, Dimitar Furnadjier. A lo largo de una incesante labor en España y fuera de ella, este trío ejemplar recompone la historia de nuestra música de cámara y la enriquece, día a día, con nuevas obras que él mismo promueve.
Su actuación para el Estío Musical Burgalés, en el teatro Principal -sede desde 1908 de la Sociedad Filarmónica que debiera unirse al nuevo empeño-, fue un suceder de sorpresas, bellezas y emociones. La magia de Federico Mompou en su poética sonora ceñida a la de Paul Valery, el vuelo posrromántico de Enrique Granados y el neto y recio estilo de la generación del 27, según la entendió el leonés Evaristo Fernández Blanco, son ya historia. Como novedad absoluta escuchamos una obra de Rafael Castro, burgalés y bilbaíno, escrito en 1997, para González Sarmiento y su trío.
De larga ascendencia musical, Castro (Villarcayo, 1935) posee un pensamiento a la vez firme y plural y en cada una de sus composiciones muestra la posesión de una técnica que le permite realizar sus ideas con admirable dominio.
En estas Siete piezas de carácter objetivo e impulso afectivo denota Castro cierta adhesión al espíritu cincelador y al estilo escueto de Anton Webern, pero de resultados fuertemente singulares.
Bien es cierto que los magníficos solistas-profesores sintieron y explicaron la página de Castro con perfección y naturalidad. El autor recibió con ellos el homenaje de una audiencia entusiasta y discernidora. Fuera de programa, el Trío Mompou concluyó su brillante aportación al Estío Musical con una página popularista vasca de Pablo Sorozábal y un feliz arreglo de La verbena de la Paloma, de Bretón.