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La Casa de América exhibe los 21 mejores carteles presentados al Premio Nacional de diseño gráfico

La primera edición del Premio Nacional de Carteles, convocado por Obra Social Caja Madrid como "un espacio gráfico de reflexión social", ha sido concedido a cinco jóvenes diseñadores, cuyo trabajo "evidencia el cambio de papel del cartel en este comienzo de siglo, que pasa de ser un 'grito' a convertirse en un espacio de reflexión", según el diseñador Alberto Corazón que, con Juan Astorqui, por Caja Madrid, y los artistas García Ramos y Rafael Canogar, formó parte del jurado. El concurso, en el que participaron 120 trabajos, se ha convertido ahora en una exposición de 21 carteles. Podrá verse hasta el 24 de junio en Casa de América, y luego viajará a otras ciudades. La primera edición del premio intenta "resaltar las capacidades que desarrollan o pueden desarrollar las personas con discapacidades físicas, psíquicas y sensoriales", y de este modo estimular una mayor sensibilidad en torno a su integración social y laboral. El primer premio del certamen, dotado con un millón de pesetas, fue para la diseñadora gráfica Elsa Suárez Girard, y los dos accésit de 500.000 pesetas, para Manuel Rodríguez González y el grupo conformado por Natalia López Santos, José María Balguerías y David Moreno.

Con un mensaje conceptual que reza: "A veces menos es más", el trabajo de Suárez, según Corazón, "expresa con rotundidad el objetivo de la reflexión sobre el tema, y centra también la reflexión estética". Suárez, de 28 años, acaba de concluir la carrera de Diseño gráfico, y dice que tuvo muy claro que quería salir de las imágenes fuertes, "porque en este tipo de temas es fácil caer en la demagogia".

Corazón cree que el cartel como medio de comunicación gráfica está experimentando una renovación. "El tópico de que el cartel debe ser algo que te atrapa, que fue su principal cualidad a comienzos del siglo XX, va cediendo paso a la idea del cartel que sintetiza un escenario, que es justamente lo contrario, porque se vuelve un espacio para la reflexión". Un cambio que no es ajeno al avance de la imagen electrónica. "Antes el diseñador era un nómada que se trasladaba con sus herramientas. Ahora el cliente alquila nuestras neuronas en vez de nuestras habilidades".

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