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Pekín exige que el nuevo presidente de Taiwan admita el principio de "una China"

China dejó claro ayer que no va a ceder ni un ápice en su exigencia de que el nuevo presidente de Taiwan, Chen Shui-bian, acepte el principio de "una China", a pesar de los signos de mayor flexibilidad sobre las conversaciones para la reunificación. El régimen de Pekín criticó el discurso de toma de posesión de Chen, el día anterior, en el que éste hacía un llamamiento a la "reconciliación" con vistas a evitar una guerra en el estrecho de Taiwan.

En su discurso inaugural, observado con atención en todo el mundo, Chen enfatizó la tradición democrática y de independencia de Taiwan, tratando de no enfadar a Pekín. El Gobierno de la China continental considera a Taiwan como una provincia rebelde y ha amenazado con atacar la isla si declara la independencia y, más recientemente, incluso si retrasa las conversaciones para la reunificación."Es hora de que las dos partes dejen de lado las hostilidades de tiempos pasados", manifestó Chen. "Es una oportunidad para las dos partes de crear una era de reconciliación".

Sin embargo, para China, sus palabras resultaron insuficientes. En un comentario difundido ayer por la agencia oficial de noticias Nueva China se insiste en que el Gobierno de Pekín es "absolutamente inamovible" en su insistencia de que Chen acepte su definición del concepto de "una China". Para los dirigentes comunistas esto significa que sólo existe una China y Taiwan es parte de ella, y esa es la condición imprescindible para reanudar las conversaciones para la reunificación.

"En este asunto de principio esencial no vamos a aceptar evasivas o vaguedades", aseguraba el comentario de la agencia China. El texto repetía sustancialmente el comunicado oficial del sábado en el que se acusaba a Chen de ser "evasivo y poco claro" sobre el asunto.

Aun así, esa primera reacción sugería que el diálogo era posible si Taiwan volvía al consenso anterior, el que permitió las conversaciones entre representantes semioficiales de ambas partes en 1993 en Singapur. Sin embargo, el comentario de ayer parecía endurecer la postura de China al exigir a Chen que fuera más lejos de lo que lo hizo en su discurso, en el que se comprometió a no declarar la independencia, pero no llegó a abrazar de forma clara el polémico concepto de "una China".

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