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Blair contra Blair

Isabel Ferrer

A ocho días de dar a luz a su cuarto hijo, Cherie Booth, abogada laboralista de prestigio y madre trabajadora, acudió ayer en Londres al Tribunal Supremo para criticar al Gobierno dirigido por su esposo, el líder laborista Tony Blair. En su último caso antes de prepararse para el parto, la letrada defendió a la Confederación Nacional de Sindicatos frente a la decisión del Ejecutivo de limitar el permiso de paternidad de los varones británicos -uno de los más restrictivos de la Unión Europea- a 13 semanas sin derecho a salario.Serena y algo lenta de movimientos, dado lo avanzado de su gestación, la abogada Booth, que así se la conoce en medios jurídicos británicos, censuró al Gobierno por haber excluido a cerca de tres millones de padres de la posibilidad de pedir una baja laboral durante los cinco primeros años de la vida de sus hijos. Forzado por la UE a aplicar la correspondiente directiva comunitaria en este terreno, el Reino Unido la aprobó el pasado 15 de diciembre de 1999, sin efectos retroactivos. Un gesto que ha dejado fuera de juego a la mayoría de los padres con bebés menores de seis meses en casa.

Los sindicatos nacionales, que consideran ilegal la forma en que el Gobierno ha puesto a disposición de las familias un derecho que consideran inalienable, decidieron contratar a Cherie Booth para defenderles. La decisión era delicada y, desde luego, polémica. A ninguna de las partes, y mucho menos a la embarazada señora Blair, se le ocultaba que sus alegaciones ante los jueces en su estado tendrían un enorme valor simbólico. Ella, que deja a un lado su habitual timidez en cuanto se pone la toga, pensaba apoyar la defensa con el precedente sentado por la propia UE en Irlanda. Hace escasas semanas, los jueces europeos calificaron de contraria a derecho la pretensión de Dublín de imponer restricciones de fechas a las bajas de paternidad similares a las discutidas ayer en suelo británico.

Como la letrada Booth no hizo comentario alguno el día de la vista, John Monks, secretario general de la confederación sindical, aprovechó para subrayar su malestar ante un Gobierno laborista partidario de proteger a las familias, pero que no se atreve a soliviantar a los empresarios con demasiadas reformas sociales. "Hemos acudido al Supremo contra nuestra voluntad y con verdadera desazón. El Ejecutivo todavía está a tiempo de rectificar y ser más generoso con los plazos de los permisos", señaló ayer.

Hace menos de un mes, el Instituto de Educación fue de los primeros en allanarle el terreno a Cherie Booth. Según un estudio de dicho centro, los padres británicos son los peor tratados de la UE a la hora de atender a su prole. Con 13 semanas libres sin sueldo como única oferta legal, las mujeres suelen recibir una paga mínima previamente acordada con su patrón.

"El Gobierno ha introducido las medidas mínimas impuestas por las directivas europeas. Como consecuencia de ello, los padres británicos reciben menos ayuda oficial que el resto de los ciudadanos comunitarios", asegura el instituto educativo. Para John Moss, autor del trabajo, los varones no querrán abandonar su ocupación por miedo a perderla o a ser los únicos que anteponen la familia a sus compromisos laborales. "A la larga, estas prestaciones pueden convertirse en un asunto femenino que perpetuará la discriminación de las mujeres", dice.

Muy popular entre las británicas por los llamamientos a su esposo para que se tome una temporada libre a partir del próximo día 24, Cherie Booth Blair ha llegado a criticar en público a las empresas nacionales por imponer horarios draconianos a sus empleados. "Me complace informarles de la decisión del primer ministro de Finlandia de hacer uso de la baja paternal en dos ocasiones. Un buen ejemplo de lo que me gustaría promover entre nosotros", dijo durante un coloquio celebrado en marzo en el Kings College de Londres.

La respuesta del líder laborista no se hizo esperar. Recordándole a su esposa y al resto del país lo especial de su situación, Tony Blair hizo saber que recortaría sus compromisos oficiales sin soltar las riendas del poder: "No sería realista pensar que pueda abandonar todas mis obligaciones". Una verdadera pena, según el Instituto Nacional para la Familia, que ha apoyado la demanda presentada por la confederación de sindicatos. En su opinión, con el primer ministro cambiando pañales, los empresarios se hubieran visto obligados a aceptar de mejor grado a unos empleados tratados casi como traidores a la causa laboral en cuanto piden estar con sus hijos.

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