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ENRIQUE VILA-MATASESCRITOR

"Si no me cuido, puedo acabar convertido en un 'bartleby"

Naiara Galarraga Gortázar

Corría la década de los cuarenta. Un almeriense escribe una novela. La primera de su vida. Para Pío Baroja es fantástica; tan fantástica que coje papel y pluma y escribe una carta al novel autor explicándole cuán impresionado ha quedado tras leerla. Al señor de Almería le entra el pánico ante la perspectiva de que su siguiente obra no esté a la altura de las expectativas. Zanja el problema de manera drástica. Quizá vuelve a escribir, pero desde luego nunca publica una línea más. Acaba convertido en un bartleby. Este señor de Almería es uno de los bartlebys que Enrique Vila-Matas (Barcelona, 1948) ha descubierto a raíz de la publicación de Bartleby y compañía (Anagrama).Esta obra, la más reciente del escritor catalán, repasa las historias de unos 80 bartlebys, esas personas que dejan de escribir porque prefieren no hacerlo por diversos motivos y que toman su nombre -lo contó Vila-Matas ayer, al presentar el libro en Bilbao- de un escribiente apellidado así, protagonista de un relato de Herman Meville, quien cada vez que se le encargaba o pedía algo respondía simplemente: "Preferiría no hacerlo".

A diferencia del caso del señor de Almería, cuyo caso conoció el catalán después de que el libro estuviera ya terminado, algunos de los que relata en él tienen como protagonistas a autores consagrados como Juan Rulfo (proliferan las versiones sobre los motivos por los que dejó de escribir); Rimbaud, quien abandonó la literatura a los 19 años y se fue a África, o el mítico Salinger, que tras tres libros, huyó y vive oculto en América.

Ellos tres y otros más de setenta bartlebys son los protagonistas de la obra. Sólo tres son ficticios. Pero, como contó ayer Vila-Matas en la librería Herriak, algunas de estas historias personales son tan inverosímiles que incluso el editor Jorge Herralde tiró por lo alto y creyó que eran ocho las falsas. Eso sí, Herralde incluyó entre sus menciones el trío que sí que lo es.

Otro de los casos es el de alguien que escribía poemas en papel de fumar. Liaba con ellos cigarrillos... y se los fumaba. "Lo importante es escribirlos", era su argumento. El narrador creado por Vila-Matas, un oficinista que pide la baja en su trabajo para dedicarse al libro, va describiendo a los bartlebys a través de pies de página en los que también indaga en los motivos que les llevaron a no continuar por el camino de las letras.

Bartleby y compañía ha sido acogido por la crítica tan bien como el resto de sus obras, recordó Vila-Matas. Lo que le ha sorprendido es la excelente acogida de los lectores. Va por la tercera edición. Cree que "el lector pide ahora una literatuta distinta" a la de los 80 y los 90. De todos modos, "quizá no es ningún drama" o resulta que "puede ser terapéutico", afirmó. El escritor llegó a decir: "Si no me cuido, puedo acabar convertido en un bartleby". Vila-Matas recordó: "Siempre busco el negativo de las cosas, y el de la literatura sería el silencio".

El autor de Suicidios ejemplares explicó que este libro es fruto de un rastreo que empezó hace muchos años sumado a numerosas conversaciones con amigos y conocidos. Una vez publicado, se le han acercado más conocidos y otros desconocidos para descubrirle la existencia de más bartlebys: "He abierto una carpeta y ya tengo como 15 o 20".

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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