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PINOCHET VUELVE A CHILE

Los tres mosqueteros

El juez Garzón y los abogados Garcés y McEntee son los protagonistas principales de una acción de gran audacia judicial

Fueron tres los mosqueteros que se unieron, cada uno en su sitio, para atrapar al general Augusto Pinochet la noche del 16 de octubre de 1998. El juez español de origen andaluz (Jaén) Baltasar Garzón hará el personaje de D'Artagnan; dos diestros espadachines, cada uno con su estilo, serían el abogado valenciano Joan Garcés y el abogado escocés Andy McEntee.El juez Baltasar Garzón, de 44 años, titular del juzgado central de instrucción número 5 de la Audiencia Nacional, abrió el surco de la investigación de los crímenes cometidos por la dictadura de Augusto Pinochet en el Chile de los años setenta y ochenta quizá, como suelen ocurrir estas cosas, sin saberlo. Eso ocurrió el 10 de junio de 1996.

El juez admitió a trámite ese día una denuncia de la Unión de Fiscales Progresistas (UFP), elaborada por el fiscal Carlos Castresana, y varias querellas contra las dictaduras militares de Argentina por delitos de genocidio, terrorismo y tortura, dirigidas a juzgar en España la desaparición, asesinato y tortura de miles de ciudadanos, entre ellos centenares de origen español.

Unas tres semanas más tarde, el 4 de julio de 1996, otra denuncia de la UPF, cuyo propósito inmediato era evitar, a casi veinte años de los hechos, la prescripción del asesinato del ciudadano español Carmelo Soria en Santiago de Chile, en julio de 1976, fue presentada en Valencia.

Su objetivo: investigar los miles de asesinatos, desapariciones y torturas cometidos por la dictadura que instauró Augusto Pinochet tras el golpe sangriento del 11 de septiembre de 1973 contra el Gobierno constitucional del socialista Salvador Allende, que se suicidó ese mismo día, acosado a muerte por los bombardeos que ordenara Pinochet contra el palacio de La Moneda, sede de la presidencia de la República chilena.

A la denuncia en Valencia siguió, días después, en la Audiencia Nacional española, en Madrid, la presentación de una querella criminal contra el general Augusto Pinochet y otros militares, elaborada por el abogado Joan Garcés, de origen valenciano, de 56 años, que a su vez había sido asesor personal del presidente Salvador Allende durante su campaña electoral de 1970 y durante los tres años en que fue presidente de Chile.

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Garcés estuvo el 11 de septiembre en La Moneda con el grupo de fieles al presidente constitucional que resistieron el golpe militar y abandonó el palacio cuando Allende le pidió que marchara "para contar al mundo lo que ha ocurrido".

El juez Manuel García-Castellón, titular del juzgado central de instrucción número 6 de la Audiencia Nacional, al que correspondió la denuncia y la querella, transitó el surco abierto en el caso de Argentina y comenzó a investigar los crímenes cometidos en Chile.

Tuvieron que pasar dos largos años para que el caso diera el gran salto, tan extraordinario como inesperado, y eso ocurrió en una de las visitas que regularmente solía hacer el general Pinochet a Londres. El diestro espadachín especializado en el campo británico fue, como se ha apuntado, el abogado Andy McEntee, de 42 años, presidente de la poderosa organización de derechos humanos Amnistía Internacional Reino Unido.

McEntee, que no conoció personalmente a Garcés hasta septiembre de 1999, durante el juicio de extradición en Londres, y que sigue sin tener contacto alguno con Garzón, iba detrás de los pasos de Pinochet como un sabueso tras su presa desde 1991, y tras varios intentos fallidos de detenerle en Londres, vio la oportunidad en septiembre de 1998. Los tres mosqueteros consiguieron dar la emboscada del siglo.

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