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Entrevista:JUAN IGNACIO INTXAUSTIARQUITECTO

"La falta de sensibilidad ha hecho barbaridades a la hora de restaurar"

Como casi todos los arquitectos, también Juan Ignacio Intxausti (Amorebieta, 1960) mira hacia arriba cuando camina buscando edificios. Como si se tratara de restaurar un rostro del que se desea preservar su identidad, así acomete Intxausti la restauración y el mantenimiento de edificicios. Una actividad arquitectónica que se consolida como alternativa al trabajo de obra nueva y que en Europa supera ya el 50% de la actividad edificadora. El arquitecto dirige desde ayer y hasta el 18 de febrero un curso de restauración en el Colegio de Arquitectos Vasco Navarro de Bilbao.Pregunta. ¿Es la restauración una arquitectura de segunda clase?

Respuesta. Hasta hace poco, la restauración era un paquete poco importante para los arquitectos frente al de nueva edificación. Pero, de unos años a esta parte, ha cogido fuerza y algunos arquitectos se dedican prácticamente a ello, que es bastante complejo.

P. En los últimos años parece que lo importante es limpiar cualquier tipo de edificio.

R. No es lo mismo actuar en un edificio viejo que en uno nuevo o en uno de hormigón. Los edificios de piedra y los de madera tienen sus propias características; son materiales muy compactos, pero muy delicados con el tiempo. La falta de conocimiento de las técnicas y la falta de sensibilidad ha llevado a cometer auténticas barbaridades.

P. ¿Cómo cuáles?

R. En el caso de las iglesias hay como una moda de quitar todas las pinturas, todos los revocos para sacar la piedra, cuando esas piedras han estado tapadas, no porque no se valoraran, sino porque no eran piedras nobles, de sillería. Entras en una iglesia en la que han descubierto la piedra y parece un mesón más que un recinto religioso.

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P. ¿Existe el riesgo de que al restaurar los edificios pierdan su originalidad?

R. Los edificios se hacen en un momento determinado y con unas características determinadas, pero a veces cambian de uso y con ello se transforman por dentro y a veces también por fuera.

P. ¿Y, para preservar su identidad, con qué dificultades se topan los arquitectos?

R. Primero, hay que saber cuál es el mérito del edificio.Algunos son muy buenos por muchas razones, otros son muy buenos sólo por algunas y otros son buenos porque en un sitio determinado hay pocos. En Bilbao, hay mucha arquitectura historicista, mucha regionalista, pero sólo cuatro edificios modernistas, que no es que sean extraordinarios, pero como no hay más, es necesario defenderlos.

P. ¿Cómo se acomete la obra?

R. Con mucho cariño y seriedad. Hay que estudiarlo y hacer un diagnóstico. Decir "me voy a enfrentar a este edificio. Tengo que conocerlo y saber qué problemas tiene". Hay que hacer unas pruebas muy detalladas para saber el grado de deterioro. Si el daño es profundo o superficial.

P. ¿Se trabaja con ese rigor o prima la chapuza?

R. Cada vez se trabaja mejor, pero a veces te encuentras con edificios a los que se les maltrata con el chorro de arena. Se cargan la textura y eso te duele bastante. A nadie se le ocurre limpiarse la cara con lija; pues con una piedra es igual. No hay porqué rasparle la fachada cuando con otros productos inocuos se puede limpiar igual. Además, un edificio de 100 años es un edificio de 100 años. No se puede pretender que quede como nuevo porque es como adulterarlo.

P. ¿ Es mejor dejar un edificio no limpio del todo y con desperfectos que transformar su color, sus formas?

R. Ava Gadner era fantástica con 20 años y con 40, y con 60 estaba un poco más arrugada, pero tenía un empaque impresionante. Si ves a Harrison Ford también está muy bien. Como ellos, un edificio tiene su vejez, pero hay que asumirlo. Algunas personas quedan ridículas cuando se estiran la piel, pierden todo y no tiene ni capacidad de expresión. Con los edificios pasa lo mismo.

P. Con dinero, un buen cirujano logra rejuvenecimientos espectaculares.

R. Igual en los edificios. A veces no se enfoca bien la restauración o se quiere hacer con poco dinero y mucha prisa. Se dice, "es el 700 aniversario de Bilbao, vamos a limpiar todos los edificios en seis meses". Y eso no puede ser. Lo mismo ocurre cuando una comunidad de vecinos decide limpiar la fachada. No han hecho nada en 40 años y pretenden hacerlo rápido y con tres millones.

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