Defectos 2000
NEGRITASEl año ha arrancado sin un miserable efecto 2000 que echarse a la boca. Tantos días de preparación intensiva, tantos millones de inversiones anticatastrofistas, tantos temblores previos para que el gran efecto 2000 sorprenda con un gran golpe efectista: es un defecto. O, mejor, una lluvia de defectos. Algunos no son nuevos ni imputables al 2000, léase la primera mujer asesinada por su pareja, los primeros casos de vejaciones y malos tratos infantiles, el enésimo paripé de quitarse la ropa en público a lo Full Monty (los jugadores del equipo de fútbol de Lora del Río) o -literalmente- los defectos a 2.000, conocidos eufemísticamente como rebajas.Entre las viejas taras ya conocidas figura la denunciada por Raúl Álvarez, un trabajador de la asociación de ayuda a la drogodependencia El Tarajal, que actúa en Arahal (Sevilla), sobre la pervivencia de prejuicios sociales para reinsertar a toxicómanos rehabilitados en el mundo laboral. Prueba de que 2000 es una cifra recibida con mucha alharaca sin haber cambiado nada. En el Estrecho siguen muriendo personas sin nombre que luchan por el sueño de llamarse sin papeles, pero los muertos sólo alcanzan verdadero protagonismo cuando son ilustres o materia de rifirrafe político.
Lo más parecido al efecto 2000 que se ha visto ocurrió recientemente en Algeciras, donde la Guardia Civil detuvo a un hombre que transportaba un alijo de 110 kilos de hachís, cuya entrega no corría prisa. El señor iba a caballo. Se ignora si el équido acabó igual de confiscado que la droga o tan arrestado como su jinete. El cambio temporal también ha coincidido con una sentencia tan pintoresca, tan pintoresca que no tenía delito que condenar. La dictó la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Almería, que ha absuelto a un exhibicionista de Adra al que nadie vio exhibiéndose.
Entre las anomalías exclusivas del año se puede citar la guerrilla política, que comenzó a fermentar mientras agonizaba el 99, que libran socialistas y andalucistas, aliados por lo demás, en el Ayuntamiento de Sevilla. Más temible que el pulso entre Alejandro Rojas-Marcos y Alfredo Sánchez Monteseirín, que hace las delicias del grupo que preside Soledad Becerril, será la sucesión de batallitas que esperan el gong electoral. Otro defecto del 2000.
TEREIXA CONSTENLA
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