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ARTE Y PARTE Solé Tura y Sartorius-Alfaya ORIOL BOHIGAS

Estos últimos años están apareciendo bastantes libros sobre el desastre político, económico y cultural del franquismo y salen a la luz investigaciones y testimonios personales que ayudan incluso a perfilar responsabilidades. Hace poco y casi simultáneamente se han publicado dos libros que en esta línea me parecen importantes y oportunos incluso por su simultaneidad: Una historia optimista de Jordi Solé Tura y La memoria insumisa de Nicolás Sartorius y Javier Alfaya. A pesar de lo que puedan aparentar sus títulos, la obra de Solé Tura es una memoria personal que explica una trascendental aventura en la oposición al régimen y la de Sartorius-Alfaya es un análisis temático del franquismo que se esfuerza en subrayar los grandes desastres que el régimen provocó y que parecen ahora bien dispuestos para desaparecer de la memoria colectiva y, sobre todo, del elenco de responsabilidades. Como dicen Sartorius y Alfaya, "si se nos hurtó durante tantos años la libertad, no es sensato que se nos quiera hurtar también la memoria".Incluso para los que conocíamos la historia personal de Solé Tura, su libro nos ha resultado sorprendente y revelador, sobre todo en sus tramos centrales en los que explica la tremenda aventura de la oposición al franquismo dentro de una militancia política. Es revelador por su esfuerzo de objetividad, por su capacidad de análisis desde una evidente distancia cronológica e incluso desde una cierta distancia ideológica. Ya se han publicado bastantes memorias de algunos activistas de la oposición, con los escalofriantes resúmenes de los exilios, las prisiones, los viajes clandestinos, las organizaciones prohibidas, las penurias de la fuga, la reincidencia, la depresión, las ilusiones reconstruidas, la incomprensión, las infidelidades. Pero en el caso de Solé Tura los incidentes pasan muy cerca de los escenarios centrales y de las cúpulas del PCE, del PSUC y de sus paralelos internacionales en un periodo crucial de la historia simultánea de la oposición militante y del ejercicio del poder en Europa. Esto permite al autor plantear una visión crítica -nacional e internacional- de todos los acontecimientos. El reconocimiento del inmenso, generoso, eficaz esfuerzo realizado por los comunistas no esconde los problemas que generaban sus estructuras de partido y sus estrategias apoyadas a menudo en dogmatismos que rayaban en la burocracia política, unos conflictos que se resolvían basados en la "infalibilidad del secretario general" y que, entre otras desarticulaciones, originaron la famosa expulsión de Claudín y Semprún y provocaron muchas crisis personales, como la del propio Solé Tura, que buscó en el interesante experimento de Bandera Roja una estructura menos rígida, sin los aparatos oportunistas de los partidos, como un grupo de movilización social, un núcleo de formación de cuadros y un movimiento de acción y de ideas. Pero la política es la política y Bandera Roja tuvo que integrarse en el PSUC, aquel nuevo y rejuvenecido PSUC que mantuvo tantas puertas abiertas y fue el gran aglutinador de la izquierda catalana en la oposición. Solé Tura fue otra vez un hombre de partido y lo sigue siendo ahora desde el PSC. Como tal, fue miembro de la Comisión que redactó la Constitución y, más tarde, ministro. El optimismo que adjetiva la historia en el título de su libro se justifica precisamente por el final feliz de la Constitución, después de tantos años de tinieblas. Nos anuncia un segundo volumen de sus memorias, que esperamos con mucho interés porque podrá explicarnos si aquellos errores de los aparatos de los partidos que ha denunciado en el primer libro perduran o han sido superados en la democracia. No creo ni deseo que en este nuevo análisis pierda su espíritu crítico, y espero, por lo tanto, que sepa aplicar al actual caos partidista, a la peligrosa ausencia de políticas constructivas, un bisturí igualmente preciso y categórico.

El libro de Sartorius-Alfaya es un discurso apasionado -un ensayo claramente político- sobre los desastres de la dictadura y sobre los distintos itinerarios de la oposición, realizado con una gran habilidad literaria, que inyecta reproches definitivos a las falsedades y las iniquidades del régimen: los mitos de la santa cruzada contra el comunismo, del esfuerzo para no intervenir en la guerra mundial, de la paz perpetua y del sostenimiento de la economía, el triste papel de la iglesia como pilar del régimen, la lucha contra la cultura y la modernización, la participación interesada de las burguesías locales, los asesinatos y las humillaciones, una serie de barbaridades cuyas huellas no han podido ser todavía borradas y cuyos responsables han podido pasar sanos y salvos la transición, eliminado hechos y figuras de la memoria colectiva. Me interesa subrayar dos capítulos porque enlazan muy bien con los temas del libro de Solé Tura: el que explica los distintos procesos de la oposición -"La noche oscura del antifranquismo"-, sobre todo en el campo de los partidos comunistas, y el que plantea el drama real de las nacionalidades históricas subrayando, por un lado, la grave represión programada y, por otro, la traición de las respectivas burguesías dirigidas por unos franquistas camuflados siempre que las injusticias del régimen apoyaran sus intereses económicos. El primero de estos dos capítulos puede leerse en paralelo a una buena parte del texto de Solé Tura porque son puntos de vista diferentes, pero de consecuencias similares. Sartorius-Alfaya no son tan memorialísticos, ni siquiera anecdóticos: analizan simplemente las razones por las cuales la única oposición fue la de las izquierdas y por qué al final los centros y las derechas recogieron el proceso con algunos frutos electorales, reconvirtiendo incluso la imagen de muchos franquistas. En el capítulo dedicado a las nacionalidades históricas hay que agradecer una de las pocas interpretaciones justas e incluso generosas que nos llega desde el centro.

En ambos libros encontramos referencias a la trascendencia de la reunión de intelectuales en Montserrat en 1970 en protesta por el proceso de Burgos, no sólo por la importancia en sí misma, por sus ecos internacionales, sino porque fue el germen de la primera organización unitaria de la oposición catalana, cuando en el ámbito español no se había conseguido. Acaba de salir un libro de J.M. Muñoz Pujol sobre el tema -La gran tancada- que esperábamos que se uniría a esa línea de reivindicación de la memoria en su mayor exigencia histórica e ideológica. Pero no ha sido así. Muñoz todavía insiste en uno de los trucos degradadores de la propaganda franquista, según los cuales la frivolidad y la pura estética acomodaticia eran los móviles de la intelectualidad antifranquista. El autor se excusa diciendo que no es una historia, sino un intento de novela, lo cual me parece peor.

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