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GUERRA EN EL CÁUCASO

Rusia y Bielorrusia firman un tratado de unión frente a la expansión de la OTAN hacia el Este

El presidente ruso, Borís Yeltsin, y su homólogo bielorruso, Alexandr Lukashenko, firmaron ayer en el Kremlin un tratado de unión entre ambos países, que pretenden formar en el futuro un Estado confederado. El documento reafirma la voluntad de Moscú y Minsk de avanzar hacia la reunificación exactamente ocho años después de que los líderes de Bielorrusia, Rusia y Ucrania pusieran fin a la URSS. Aunque todavía queda un largo camino por recorrer para que el tratado se haga realidad, es de gran importancia estratégica para Rusia, en especial ante la expansión de la OTAN hacia el Este.

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El acercamiento de Rusia y Bielorrusia ha despertado recelos en algunos países, que ven en ello una nostalgia por recomponer el imperio ruso, ya sea el zarista o el soviético. Yeltsin se refirió directamente a esos temores al declarar que "el Estado aliado no está dirigido contra nadie, ni siquiera contra Clinton". Lukashenko, quizá para disipar dichos temores, dijo que el pacto no será ejecutivo hasta "al menos cinco o incluso diez años" .Tanto Lukashenko como Yeltsin subrayaron la importancia histórica de la firma de ayer. Para Rusia, la trascendencia está clara y ante todo tiene un valor estratégico-militar. El sistema ruso de alerta de misiles se encuentra ahora en Bielorrusia, después de que el Kremlin tuviera que desmantelar el radar de Skrunda, en Letonia. Desde 1971 hasta 1998, cuando dejó de funcionar, ese radar era el responsable de descubrir los misiles que podía disparar el enemigo.

En la nueva situación, el Kremlin obtiene la posibilidad, teórica, de volver a emplazar armas nucleares en Bielorrusia, como en la era soviética. Verdad es que Moscú ha negado tener semejantes intenciones, pero Lukashenko en más de una oportunidad se ha referido públicamente a esa posibilidad.

En su día, la OTAN prometió no emplazar armas nucleares en los países que pertenecieron al Pacto de Varsovia, pero ahora no lo descarta. Ante las especulaciones de que hay planes para almacenar armas atómicas en Hungría, Rusia ha respondido haciendo saber que tomará "medidas adecuadas".

Pero el proceso de unión de ambos países está plagado de peligros. El principal es que algunas repúblicas que forman parte de la Federación Rusa exijan para sí el mismo estatuto que tenga Bielorrusia. Son repúblicas como Bashkortostán, Tatarstán o Yakutia, que en el pasado ya mostraron serias tendencias centrífugas. El proceso de unificación entre ambos países será bastante difícil debido a que en los ocho años de vida separada, las diferencias entre Rusia y Bielorrusia sólo se han acentuado.

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Minsk prácticamente no ha realizado todavía reformas serias, y para cimentar la unión hay que concordar desde las leyes más elementales hasta el sistema económico. Aunque nadie puede afirmar que Rusia sea un país democrático al 100%, comparada con Bielorrusia es un ejemplo a seguir. El régimen de Lukashenko ha amordazado a la prensa -ahora sobreviven prácticamente sólo los periódicos progubernamentales-, y ha encarcelado u obligado a huir a los líderes de la oposición.

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