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El sarcófago, una bomba latente

Apenas a 200 metros del sarcófago que encierra lo que queda del reactor 4 hay un pequeño edificio desde el que los visitantes pueden contemplar a sus anchas esa terrorífica bomba latente. A la entrada hay un medidor de radiación que, en esta soleada y radiante mañana de otoño, marca 56 microroentgen. En la terraza-mirador, sin embargo, la medida es 30 veces mayor.Nada preocupante para una visita corta. El encargado asegura que, tras varios años de trabajar allí, su dosímetro está muy lejos del nivel que amenazaría su salud. Después de todo, allí enfrente, en el techo de esa enorme estructura con paredes de hasta cinco metros de espesor, hay obreros que, en unos pocos minutos, sufren exposiciones mucho mayores, lo que les obliga a trabajar con trajes especiales y a someterse a continuos controles.

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El infierno saltó por los aires hace más de 13 años y los demonios que despidió siguen vivos bajo el sarcófago, pugnan por escapar por sus grietas y fisuras y esconden secretos que nadie puede descubrir. Porque nadie sabe exactamente lo que hay ahí dentro, cuántas toneladas de uranio enriquecido (aunque se calcula que rondan las 200) o dónde están exactamente. Hay lugares a los que ni hombres ni robots pudieron acceder.

Tampoco puede considerarse totalmente seguro el propio sarcófago, construido a ritmo frenético entre mayo y noviembre de 1996, después de que se vertieran sobre el núcleo del reactor miles de toneladas de arena, cemento, boro, plomo y mármol. Miles de "liquidadores" se dejaron allí, literalmente, la piel, la médula ósea y la vida.

Países donantes

Está ya en marcha un proyecto de expertos internacionales y ucranianos, financiado por los llamados "países donantes" (entre ellos España), con un presupuesto de decenas de miles de millones de pesetas a través del Banco Europeo para la Reconstrucción y Desarrollo, para asegurar la estabilidad del sarcófago. Pasarán siete años para que se consiga y desaparezca el riesgo de accidentes graves.Como señala Vladímir Jolosha, viceministro para las Situaciones de Emergencia, hay 20 aspectos a desarrollar. El más urgente es estabilizar la estructura, y muy especialmente el techo, sostenido sobre elementos del antiguo bloque del reactor cuyo estado es preocupante. También hay que determinar el combustible existente, reducir la radiactividad, evitar filtraciones, extraer y tratar los residuos. "Pero no se trata de construir un nuevo sarcófago", aclara. De eso están también seguros quienes trabajan en Chernóbil y saben que la radiación escapa en segundos, pero no desaparece ni en siglos: el sarcófago estará ahí para siempre.

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