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EEUU juega sus últimas bazas para lograr el ingreso de China en la OMC

Bill Clinton está haciendo lo imposible para que China entre como miembro de la Organización Mundial de Comercio (OMC) antes de que comience la Ronda del Milenio, el próximo 30 de noviembre, en Seattle. Envió a su secretaria de Comercio, Charlene Barshefsky, con órdenes de cerrar un acuerdo. Pero el escepticismo entre los expertos es total: "No creemos en los milagros", dicen. Mientras tanto, la UE ha insistido en que en Seattle deben discutirse las condiciones laborales en el marco de las negociaciones del comercio mundial.

La carrera contra reloj a la que el presidente Bill Clinton se ha largado para lograr el ingreso de China en la OMC antes del 30 de noviembre llevó ayer a Barshefsky a Pekín a reunirse durante horas con el ministro de Comercio Exterior, Shi Guangsheng, y el encargado del país asiático para negociar su entrada en la OMC, Long Yongtu, para lograr un acuerdo definitivo, a toda prisa, a pesar de que ya hace 13 años que están negociado. Antes de la reunión, el ministro Shi se declaró optimista respecto a sus resultados, pero varios analistas recuerdan que esa impresión ha sido manifestada varias veces en la última década. El secretario de Comercio de EE UU, William Daley reclamó ayer cesiones por las dos partes para lograr el acuerdo.Aunque a última hora de ayer nada se sabía sobre el resultado de las conversaciones, los expertos aseguraban que sólo aquellos que creen en los milagros pueden suponer que China estará en Seattle (Estado de Washington, EEUU) como miembro de la OMC. Aun cuando EEUU consiga un acuerdo bilateral con China, esto sería importante pero nunca suficiente para que el resto de los 133 miembros de la organización aceptaran el ingreso del país asiático. Los expertos recuerdan que sólo Japón ha logrado un acuerdo comercial con China lo suficientemente bueno para sus intereses como para dar la bienvenida a China a la OMC con sumo beneplácito.

El pastel oriental

Según los cálculos del Instituto Económico Internacional, la entrada de China supondría para EEUU un incremento inmediato de las exportaciones estadounidenses por valor 3.100 millones de dólares (496.000 millones de pesetas) y de 21.300 millones (3,4 billones de pesetas) para el resto de los países. No obstante, la avalancha de productos chinos que se produciría con la entrada del país a la OMC más preocupa que ilusiona a muchos miembros de la organización, entre ellos, los quince miembros de la Unión Europea y todos los países en vías de desarrollo.Además, para que China entre a la OMC, las autoridades del país y las de la organización deben formalizar un documento al que se conoce como "protocolo de acceso". Este texto debe incluir todas las áreas comerciales y la lista de todos los productos y sus tarifas que, según los acuerdos de la Ronda de Uruguay, deberían gradualmente eliminarse. Según fuentes de Ginebra, sede la OMC, ese documento ni siquiera ha comenzado a redactarse.

Como si los desacuerdos fueran pocos, el lunes pasado la UE volvió a poner el dedo en la llaga de varios países no industrializados (entre ellos Marruecos y Brasil), al insistir en que se discutan las condiciones laborales del comercio mundial en el marco de la OMC. Los representantes de la UE abogan por la creación de una especie de "foro de cooperación" entre la OMC y la Organización Internacional del Trabajo (OIT). El comisario europeo de Comercio, Pascal Lamy, calificó el estado de los preparativos de la Ronda de Seattle de "inquietante".

Por otra parte, la UE arremetió nuevamente con su propuesta para eliminar de inmediato todas las barreras comerciales a los 48 países más pobres. Canadá, Japón, e incluso EEUU, apoyan la propuesta. Países como Brasil e India, aunque no se oponen directamente, sostienen que ellos también están en vías de desarrollo e intentan obtener de los países industrializados la eliminación de barreras.

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