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Francia y Alemania supeditan al etiquetado el fin del embargo al vacuno británico

La oposición y los ganaderos del Reino Unido acusan a Blair de "arrodillarse" ante París

Los dos países de la UE que aún mantienen el embargo contra el vacuno británico, Francia y Alemania, no se han dado por satisfechos con las garantías del comité científico de Bruselas, que el pasado viernes dictaminó por unanimidad que la carne del Reino Unido no supone ningún riesgo para la salud. El ministro alemán de Agricultura, Karl-Heinz Funke, se adhirió ayer a la postura francesa de supeditar el levantamiento del embargo a que los británicos etiqueten su carne. En el Reino Unido, el Gobierno de Tony Blair fue acusado de "arrodillarse" ante los franceses.

Lo que el viernes, tras el unánime dictamen del comité científico de la UE, parecía un triunfo por goleada del Reino Unido se transformó ayer en una amarga victoria para el ministro británico de Agricultura, Nick Brown, que vio cómo la oposición conservadora, el sector ganadero y toda la prensa de su país le acusaba de no haber sabido capitalizar el inmejorable informe de Bruselas, y de haberse plegado sin motivo a las exigencias francesas de etiquetar la carne, entre otros controles.Por si eso fuera poco para Brown, los tiros empezaron a llegarle también por el lado alemán. El germano Funke aseguró que no era su intención abrir una guerra comercial, pero añadió: "Hay puntos que deben clarificarse con el Reino Unido, detalles técnicos que nos permitan asegurarnos de dónde viene la carne de vacuno". Funke no puso en duda las conclusiones de los científicos, pero se manifestó obligado a "calmar las inquitudes de los consumidores alemanes". De esta forma, Funke hacía suya la postura de 11 estados alemanes, que ya habían anunciado su oposición al levantamiento del embargo.

La actitud de Berlín supone un grave revés político para Londres, cuyo ministro Nick Brown accedió el martes en Bruselas a la petición francesa de revisar los detalles "técnicos" de la exportación de vacuno desde el Reino Unido. Brown sostiene que, gracias a su gesto negociador, la crisis se resolverá en cuestión de días. Pero, cansada de retrasos, la Unión Nacional de Ganaderos del Reino Unido amenazó ayer con boicotear de nuevo los productos franceses si el comercio no se reanuda de inmediato.

Ante la tormenta desatada contra Brown en su propio país, la oficina del primer ministro, Tony Blair, se apresuró a confirmar su "total apoyo y confianza" al ministro, que había discutido con el líder laborista la estrategia a seguir antes de reunirse con su colega francés, Jean Glavany.

Evitar el proceso

Según los portavoces gubernamentales, la actitud dialogante es la única que puede evitar un largo y penoso proceso legal contra Francia, que podría prolongarse dos años y destruir por completo las exportaciones de carne británica. Pero la prensa británica despertó ayer a Brown con una auténtica lluvia de broncos titulares. "Los británicos se baten en retirada en la batalla por el vacuno", rezaba la portada de The Guardian, mientras The Daily Telegraph y The Times utilizaban la expresión "doblegarse ante Francia" para preguntarse cómo era posible que sus vecinos no levantaran de una vez el veto. El Daily Mail optó por imprimir a toda plana la exclamación "¡Marcha atrás!", y la oposición conservadora, hasta ahora crítica pero educada, no desaprovechó la situación. Tim Yeo, portavoz tory de Agricultura, dijo resumir el sentir popular en otra dura pregunta: "¿Cómo es posible que alguien [Brown] viaje a Bruselas con la victoria en el bolsillo y regrese derrotado?".Entretanto, el Ejecutivo de París no muestra prisa alguna por levantar el embargo. Aunque el compromiso adoptado en Bruselas ha sido acogido con satisfacción, las autoridades francesas esperan a que los británicos les garanticen el cumplimiento efectivo de las medidas de etiquetaje y mayor control sanitario.

"El embargo será levantado, pero el problema no es saber cuándo, sino cómo" enfatizó ayer en la Asamblea el ministro de Agricultura, Jean Glavany. "El problema", añadió, "es saber si podemos mejorar los dispositivos para reforzar la seguridad sanitaria de nuestros conciudadanos, no sólo en Francia o Inglaterra, sino en toda Europa". Por si no quedaba claro que París no las tiene aún todas consigo, el ministro dijo que "Francia quiere salir rápidamente de esta crisis que no ha buscado, pero no está dispuesta a hacerlo a cualquier precio".

Glavany se mostró "extrañado y decepcionado" por el hecho de que el resto de los Gobiernos europeos hayan dejado a Francia sola ante la iras británicas. "Me consta", dijo, "que otros 47 países mantienen el embargo". El compromiso con los británicos auspiciado por el comisario de Seguridad Alimentaria, David Byrne, es un éxito de París en la medida en que le permite una salida honrosa tras la derrota de las exigentes tesis sostenidas por sus científicos.

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