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Reportaje:

El poder de la nueva Mafia

El 'arrepentido' Buscetta confiesa su escepticismo ante el fin de la Cosa Nostra en un libro publicado en Italia

, Para Tommaso Buscetta, la Mafia siciliana, la más poderosa organización delictiva italiana, contra la que el Estado libró una guerra sin cuartel que culminó en 1993 con la detención del padrino Salvatore Totò Riina, está más viva que nunca. "Me equivoqué yo y se equivocó Giovanni Falcone, y a él le han quitado la vida... Qué error colosal: la Mafia ha asumido un papel mucho más grande del que tenía. Se ha convertido en un hecho político. Ha logrado volverse invisible sin desaparecer". Éstas son algunas de las contundentes afirmaciones que hace Buscetta, de 70 años, el primer arrepentido de la Cosa Nostra, a un periodista de Palermo, Saverio Lodato, en el libro-entrevista La Mafia ha ganado, que acaba de publicarse en Italia.Buscetta, el hombre que con su confesión permitió al juez Giovanni Falcone trazar un primer mapa orgánico de la Mafia, vive con su mujer, Cristina, y seis hijos en un escondite secreto en Estados Unidos y desde hace dos años se encuentra gravemente enfermo. Su vida no ha sido fácil desde que en los ochenta decidiera desafiar a la Cosa Nostra y colaborar con el Estado.

Buscetta ha visto caer en el camino a dos de sus hijos, un hermano, un cuñado y cuatro sobrinos. Quizá por ello se ha convertido en uno de los enemigos más encarnizados de una organización que "está inscrita en cada siciliano". "El siciliano necesita llorar en el hombro del amigo y así se crean casi clanes naturales. Crear un clan es algo que está inscrito en nuestro ADN. En Italia nos han tratado como si fuésemos el Tercer Mundo". Y no sólo eso: después de las últimas batallas, el Estado parece haber olvidado el problema. Un problema que subsiste. "Estoy seguro de que hay todavía mucho dinero mafioso oculto bajo tierra. Es imposible que hayan podido blanquear todas las riquezas obtenidas con el tráfico de droga a Estados Unidos. Imposible. Mucho de este dinero ha sido convertido en lingotes de oro. Y no creo que el Estado sepa dónde buscarlos".

Un análisis amargo de la situación, en un momento bajo para la legión de arrepentidos que, como Buscetta, optaron un día por salirse del círculo vicioso. La ley sobre los pentitos ha sido devuelta al Parlamento para ser retocada, y no precisamente a favor de estos últimos, después de que el Tribunal de Perusa considerara sin valor las confesiones del propio Buscetta en el juicio por el asesinato de Mino Pecorelli, que ha permitido la absolución de Giulio Andreotti. El senador vitalicio espera estos días la decisión del Tribunal de Palermo en otro juicio basado enteramente sobre el testimonio de otro arrepentido, Balduccio di Maggio. Las apuestas dan como claro vencedor a Andreotti.

Buscetta dispara acusaciones contra todo y contra todos. A su juicio, los atentados que acabaron con las vidas de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino en 1992 y los actos terroristas de 1993 "no fueron pensados por la Mafia, aunque ejecutados por ella". Buscetta recuerda que ya en su día manifestó sus dudas sobre la hipótesis oficial del asesinato de Falcone. Ahora se muestra, si cabe, más tajante. "Falcone había comprendido algo y trabajaba sobre ello. Además había hecho partícipe a Borsellino. Sólo por eso murió Borsellino. Está claro que fue la Mafia, pero había alguien más implicado".

En La Mafia ha ganado, Buscetta, que abandonó Sicilia tras pasar por la cárcel, rumbo a Brasil y a Estados Unidos, recuerda algunos detalles de su vida en Nueva York, dignos de figurar en una saga como la de El Padrino. "He sido bígamo; he vivido en Nueva York durante bastantes años con dos familias. Y en dos casas. Para evitar ser descubierto, me compré un guardarropa doble, porque si me olvidaba de cómo iba vestido me arriesgaba a ser descubierto por la una o por la otra. El desastre eran las fiestas señaladas. Con frecuencia, me veía obligado a cenar dos veces en una misma noche. Un verdadero infierno".

El arrepentido más famoso de Italia expresa también su preocupación por la solidez del fenómeno mafioso en el futuro. "La Mafia futura será la de los herederos. Los que no se han arrepentido, y son muchísimos, han dejado dinero y unos principios. ¿No es extraño que haya tantos condenados a varias cadenas perpetuas que siguen diciendo no a los intentos de los jueces para que revelen algunos de sus secretos? No querer arrepentirse en el 2000 es una demostración palpable, una señal evidente para el que está fuera. Significa: "Continuad, resistid".

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