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Crítica:ÓPERA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Canta y no llores, corazón

Tiene un suave no se qué, un cierto encanto Don Gil de Alcalá, ópera cómica española ambientada en Veracruz (México), en la que conviven a sus anchas números y temas de aquí y de allá, desde un jarabe mexicano o una habanera hasta un brindis al vino de Jerez.La producción que ayer se volvió a reponer en el Teatro de la Zarzuela es de hace 10 años y utiliza un formato de cuadros vivientes, juega con conceptos pictóricos y evoca el tiempo detenido. No ha envejecido ni un ápice en esta década y sigue manteniendo un tono de elegancia, de amabilidad. Es una producción estética y estática, con sugerente escenografía de Daniel Bianco, colorista vestuario de Pedro Moreno y una dirección de escena de Carlos Fernández de Castro, que se mueve más a gusto en las composiciones de conjunto que en el movimiento o el detalle individual de los actores.

Don Gil de Alcalá Ópera cómica española en tres actos, con música y libro de Manuel Penella

Director musical: José Luis Temes. Dirección de escena: Carlos Fernández de Castro. Orquesta de la Comunidad de Madrid. Coro del Teatro de la Zarzuela. Con Carmen Subrido, Jorge Elías, Amalia Barrio, Luisa Maesso, Federico Gallar, Luis Álvarez, Alberto Arrabal, Pepín Salvador, Manuel de Diego, Ismael Abellán y Emilio García Carretero. Teatro de la Zarzuela. Madrid, 12 de octubre.

Del reparto de 1989 en Madrid, llevado inmediatamente a México DF, se mantienen únicamente Amalia Barrio como Maya y Emilio García Carretero como maestro de ceremonias. Los dos están estupendos en sus cometidos. Amalia Barrio canta, además, con Carmen Subrido (Niña Estrella) el momento más esperado de la noche, la célebre habanera Todas las mañanitas..., resuelta con gusto y naturalidad por las dos cantantes y un poco apagada en la intervención del coro. Fue bisada para mayor satisfacción de un público entregado.

Frescura

Don Gil de Alcalá mantiene una gran frescura en los diálogos y situaciones. Se apreció gracias a una dicción cuidada en cantantes y actores. Pepín Salvador fue un Gobernador que recordaba en muchos momentos al inolvidable José Isbert en el estilo de la declamación.El reparto vocal funcionó individualmente y en conjunto. Destacó la joven pareja protagonista, formada por el tenor Jorge Elías y la soprano Carmen Subrido, una pareja evidentemente feliz: él, con empuje, maneras de tenor de antes, belleza de emisión; ella, con un sentido melódico lleno de intuición y precisión. Pero también mostraron sobrados aciertos Federico Gallar (Don Diego), Manuel de Diego (Chamaco), Luis Álvarez...

José Luis Temes dirigió con orden y corrección a la Orquesta de la Comunidad de Madrid. Le faltó quizá un punto de brío, de expansión lírica, de emotividad. El coro tuvo una actuación más bien discreta.

Lo importante era, en cualquier caso, que la representación fluía sin sobresaltos, y que en la conjunción musical-teatral salían a flote continuamente las abundantes bellezas de la obra. Del teatro se salía con la sonrisa en los labios y, con mayor o menor acierto, más de uno tarareaba lo de "canta y no llores, corazón, no llores, ay", todo un indicador de que las cosas habían salido como Dios manda.

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