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"Nadie se acuerda de la Barcelona de Ocaña" RAMÓN DE ESPAÑA

Pregunta. El celebrado artista alternativo Nazario Luque recibe el encargo municipal de realizar el cartel de las fiestas de la Mercè. ¿Qué ha pasado aquí? ¿El Ayuntamiento es muy progre o tú ya eres una persona respetable? Respuesta. Una mezcla de ambas cosas, probablemente. Supongo que cierta gente de mi generación ha llegado al poder, se acuerdan de mí y me han encargado el cartel. Ya me iba tocando, por otra parte, ¿no?... Además saben que sé perfectamente lo que tengo que hacer y que no me voy a poner a pintar pollas por los rincones. No tengo por qué hacerlo, porque no quiero ofender a nadie y porque una cosa es la obra propia, la que haces porque te apetece, y otra es un encargo. P. Pero ya ha llegado alguna que otra carta de protesta a los diarios por el tono moruno, o escasamente nuestro, del dibujo y de la tipografía. R. No muchas. Hagas lo que hagas, siempre hay alguien al que no le parece bien. Leí una de una señora que hablaba de los catalanes encarcelados, torturados o aniquilados por los moros, a la que yo le recordaría que también hubo catalanes dedicados al tráfico de esclavos. P. Has puesto a Ocaña colgando de una luna mora, mirando soñador a los gigantes bigotudos... ¿Crees que la gente aún se acuerda de él? R. Me temo que no. Pero es que casi nadie se acuerda de aquella época, la de finales de los años setenta. Es como si no hubiera existido. P. Porque la historia de la transición la han escrito los psuqueros. En esa época había una oposición seria al franquismo, la gente que escuchaba a Raimon, y otra oposición, digamos, alternativa, en la que andábamos majaderos como tú y como yo, que escuchábamos a Lou Reed. R. Fue una época estupenda... P. Porque se había muerto Franco y aún no había llegado Pujol. R. Lo de Pujol ha sido funesto. Pero supongo que la Barcelona de finales de los setenta no podía durar. Estas cosas nunca duran. Se acabaron los beatniks, se acabaron los hippies, se acabaron los alternativos barceloneses... Igual tiene que ser así. P. Tú llegaste a Barcelona a principios de los setenta. ¿Por qué Barcelona en vez de Madrid o de Valencia? R. Porque aquí se hacían tebeos underground y yo quería ser dibujante underground. Yo trabajaba de maestro en Sevilla y me pedí una plaza en Barcelona para poder dedicarme a los cómics. Luego ya envié el magisterio al demonio y me metí de lleno en el dibujo. Yo no pensaba en el futuro en esa época. Vivía al día. Todo el mundo lo hacía. P. ¿Lo de los tebeos te venía de siempre o te enganchaste por los americanos alternativos como Crumb y Shelton? R. Los americanos me impactaron bastante, pero también leía tebeos desde niño. Me gustaba mucho El guerrero del antifaz. Pero los tebeos que más me gustaban eran los de niñas, Florita y esas cosas. Lo cual preocupaba ligeramente a mi madre... P. Intuía que tenías un ramalazo. R. Seguramente. Pero lo que más molestó a mis padres fue un diario que escribía a los 14 o 15 años, uno de esos diarios de adolescente atormentado que se pega empachos de Kierkegaard y de los existencialistas franceses. Lo descubrieron y lo hicieron desaparecer. P. ¿Eras de esos niños solitarios que no se tratan con nadie y están siempre en casa leyendo? R. Totalmente. Agravado, además, por mi condición homosexual, que empezaba a despuntar. Te sientes distinto y marginado. No es agradable. P. Barcelona fue la ciudad en la que saliste del armario, ¿no? R. No, hombre, yo en Sevilla ya había tenido mis novios. P. Pero las historietas ambientadas en Sevilla son más tristes y sórdidas que las ambientadas en Barcelona, más festivas y gozosas... P. Bueno, yo empecé reivindicando a las mujeres y luego, con las aventuras de Anarcoma, me pasé a la reivindicación del transexual, ja, ja... Lo que sí es cierto es que en Barcelona, con Ocaña y demás, la homosexualidad devino más abierta, más espectacular. Era la época en que salíamos a La Rambla vestidos de mujer... P. Y pasados de copas. R. Sobrio no hubiera podido hacerlo. Lamentablemente, como ya sabes, la cosa degeneró en alcoholismo, que es una enfermedad típica de los tímidos, de los raros, de la gente que tiene problemas para comunicarse con los demás. P. Pero ahora no bebes, no fumas y empiezas a pintar a las nueve de la mañana. Eres un pedazo de superviviente: muchos se han quedado por el camino. R. Bueno, intento hacerme mayor sin convertirme en eso que antes se llamaba un burgués. Supongo que me salvó el hecho de que tengo una vertiente muy conservadora: me gusta la música clásica, me gusta releer, me gusta volver a las ciudades en las que he sido feliz... ¡Y llevo 22 años con el mismo novio!... P. Eso es de libro Guinness... R. Con respecto a los que se han quedado por el camino... No sé, se ha demonizado la heroína, pero la cocaína ha hecho un daño terrible. P. No teníamos mucha información. Y si Lou Reed se drogaba debía de ser porque estaba bien. Lo que no entiendo es que ahora, con todo lo que se sabe, los chavales se sigan enganchando... R. Menos que antes. El problema de España es el alcohol. La gente empieza a beber a los 14 años y a todo el mundo le parece estupendo, cuando el alcohol tiene un comienzo fantástico y un final de pesadilla. El problema de este país es que se folla poco... P. Hombre... R. Lo leí en tu diario: los adolescentes españoles son los que menos follan, junto a los de Indonesia, creo. ¿Qué pasa cuando no se folla? Pues que se pone uno a beber y en cuanto se descuida se ha metido a skinhead... P. Impecable teoría que comparto en su totalidad. Pero volvamos a la creación... Lo único que lamento de tu actual status de pintor es que he perdido al Nazario narrador. R. Aún existe. El problema es que yo no sé hacer dos cosas a la vez. Quisiera escribir, pero para eso debería dejar de pintar. Tengo textos por ahí, en un cajón, y una obra de teatro a medio escribir, pero de momento...

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