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Lágrimas que vencen al cáncer

La sueca Engquist emocionó a todo el estadio tras ganar en su serie

Es el milagro del último coraje en el atletismo, tras los de Lance Armstrong en el ciclismo o de Lubo Penev en el fútbol. Ludmila Engquist, nacida en la URSS y ciudadana sueca desde 1996, se metió ayer en la final de 100 metros vallas, 16 meses después de sufrir ún cáncer de mama; y hoy defenderá el título mundial que ganó en Atenas hace dos años.A esta mujer de 35 años, tercera mejor marca mundial de todos los tiempos con 12.26 segundos, precisamente logrados en Sevilla, en la reunión de junio de 1992, se le detectó en marzo de 1998 un cáncer en el pecho derecho, que le fue extirpado en abril. Sufrió a continuación cuatro series de sesiones de radioterapia y aún tendrá que seguir tres más después de los Mundiales. Volvió a los entrenamientos a principio de esta temporada y reapareció el 31 de julio en la clásica reunión de su ciudad adoptiva, Estocolmo. Ganó la prueba con 12.68. Aquí, para mayor asombro, ya hizo el mejor tiempo de las seis series eliminatorias del miércoles, entre 41 atletas, con 12.62. En cuartos de final, el jueves, logró el tercero, volviendo a ganar su serie, con 12.65. Y ayer, asombrosamente, ganó la primera semifinal, con 12.50 y se echó a llorar de emoción. Y con ella, muchos espectadores.

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No había hecho una marca tan buena desde los 12.47 con que ganó para Suecia la primera medalla olímpica de este país en Atlanta 96. El podio parece tenerlo asegurado, y con claras posibilidades de oro ante la estadounidense Gail Devers o la kazaja Olga Shishigina. En cualquier caso, el triunfo personal de Engquist es ya, con mucho, su mejor medalla.

"Es un milagro", dijo en julio su marido, Johan Engquist, el entrenador que ya rescató a esta mujer con una historia personal tremenda en su primera gran caída. Fue en 1993, cuando Ludmila ya había ganado su primer título mundial en Tokio 91. Entonces se apellidaba Narozhilenko, el nombre de familia de su primer marido, Nikolái (el suyo original es Leonova). Dio positivo en un control con esteroides anabolizantes y fue suspendida por cuatro años. Pero la historia era muy distinta. Nikolái la maltrataba y ella había pedido el divorcio. Al parecer, le puso en la comida las hormonas para que diera positivo en el control. Ludmila presentó una denuncia contra su marido y el Tribunal Supremo de Rusia falló a su favor. La IAAF le levantó la sanción en diciembre de 1995. Había purgado dos años por una venganza. Después conoció a Johan Engquist, se casó con él y en junio de 1996 se nacionalizó sueca. Un mes más tarde ganó en Atlanta y al año siguiente, en 1997, hizo lo mismo con los Mundiales de Atenas. Ahora ha vuelto a levantarse de forma emocionante.

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