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SEVILLA99 La final de 1.500

Miedo a la leyenda de Jipcho y Keino

Los tres españoles temen que los kenianos utilicen 'liebres' para hacer la carrera más rápida

Carlos Arribas

"Si los kenianos o los marroquíes actúan en equipo, esto ya no será una competición, sino un mitin", dicen los hombres del 1.500 español, el trío que ve en la carrera de hoy su oportunidad de oro. "No se puede actuar con liebres en un campeonato". Lo dicen no tanto para justificar que cada uno de ellos se buscará la vida por su cuenta en la carrera ("¿qué es eso de una selección?", aseguran, "el atletismo es un deporte individual") y que ninguno trabajará para ninguno ya que los tres, Reyes Estévez, Andrés Díaz y Fermín Cacho, se sienten con posibilidades de subir al podio, como para advertir al caminante de lo que pueden hacer los kenianos en la final.Dando por sentado, como lo dan todos, que el reino de El Guerruj no es de este mundo ("es un genio, macho, como Dalí", que dice Cacho), los cálculos hispanos hablan, por tanto, de dos huecos en el podio, y los miedos españoles susurran como el viento levantando la arena del desierto "Ngeny, Ngeny, Ngeny..." Antes de comenzar el Mundial, el joven keniano, de 20 años, no era más que un corredor de mítines (reuniones al aire libre), muy rápido, pero ya cansado, no habituado a la gran competición. Después de la serie y de la semifinal, la percepción ha cambiado, sin embargo. "Ya ha demostrado que no sólo es un atleta de mítines", dice Estévez. "Se ha desenvuelto muy bien y hay que tenerle en cuenta. A él y a las tácticas del equipo keniano. La carrera debe ser simple, de táctica pura, que será lo que le dé gran belleza. Pero si los kenianos tiran de liebre...". Si los kenianos tiran de liebre, esto es, si los veteranos David Lelei o Laban Rotich tiran en los primeros 800 metros para que la cosa coja ritmo de 3.30 o 3.30 y poco y favorecer así a su joven con posibilidades Ngeny. Y si la carrera lleva ritmo de 3.30, adiós a las esperanzas españolas.

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A El Guerruj le da igual. Es capaz de ganar corriendo a 3.26 (su récord mundial) o corriendo a 3.40. Siempre encuentra su sexta marcha que le hace imparable a falta de 600 metros. No necesita que le trabaje Adil Kauch, el otro marroquí. Pero a Cacho y Estévez...

"Si actuáramos como equipo, podríamos frenar la táctica keniana, pero, evidentemente eso supondría quemar a un español, y nadie, claro, quiere quemar sus posibilidades", dicen en la selección. Los temores españoles tienen raíces históricas. El que un keniano trabaje para otro en una final de 1.500 no sería novedad. Ya pasó en México 68. Jim Ryun fue la víctima del juego de parejas. Benjamin Jipcho, devoto de su ídolo Kipchoge Keino, hizo de liebre. Pasó los primeros 400 metros en 56s, un tiempo espectacularmente rápido. Jipcho se retiró en los 600, cuando ya Ryun se ha casi agotado. Keino cogió entonces el mando y pasó los 800 por 1.55,3, con casi 20 metros de ventaja, con tres segundos de diferencia, sobre Ryun. Al final, 3.34.9 para Keino, un tiempo que le habría permitido ganar todas las grandes finales hasta los 3.32 de Coe en Los Ángeles 84.

Una carrera lenta

Que los españoles necesitan para triunfar una carrera lenta pese a que Cacho diga que cualquiera que le permita ganar le vale lo demuestran un par de datos. La mejor actuación del soriano, su triunfo en los Juegos Olímpicos de Barcelona 92, coincidió con la final más lenta desde 1956, 3.40.12, carrera barcelonesa que tuvo unos tiempos de paso por 400 y 800 metros superiores a los de la prueba femenina (1.02.25 y 2.06.83). Sus peores resultados, en los días más rápidos: quinto cuando los 3.32,84 de Morceli en Tokio 91, y octavo con los 3.33,73 del argelino en Gotemburgo 95. Y Reyes Estévez ganó el Europeo de Budapest con 3.41.31, el tiempo más lento desde 1966.

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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