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Entrevista:

JAUME PONT POETA Y PROFESOR "El arte necesita una buena dosis de irreverencia"

Del prestigio de Jaume Pont (Lleida, 1947) no sólo responde su cátedra en la universidad de su localidad natal, ni su interesante obra poética en catalán. En Andalucía, Pont es, sobre todo, la persona que más sabe de Carlos Edmundo de Ory, el genial poeta gaditano que alumbró el Postismo: un personaje y una lírica más que sorprendentes, que quedarían definitivamente plasmados en el ensayo que acaba de publicar -La poesía de Carlos Edmundo de Ory- si no fuera porque el objeto de estudio sigue vivo y en activo. Y porque su pluma es sencillamente imprevisible. Pregunta. ¿Carlos Edmundo de Ory es lo más parecido a un niño de 76 años? Respuesta. Llevo muchos años estudiando la obra de Carlos, fíjate, desde 1972... Y no puedo negar que ha sido una experiencia interesante. Realmente hay pocas cosas que puedan compararse con su poesía. Pensemos que su obra arranca de toda la tradición romántica alemana y llega, como mínimo, hasta Gómez de la Serna... P. ¿Y qué dice de su célebre mal genio? R. Como todos los genios, tiene mucho. P. Su propia obra, en cambio, no está muy contaminada por la herencia de Ory. R. He tratado de delimitar, en la medida de lo posible, mi trabajo como estudioso del Postismo y de Ory, con mi faceta de escritor de poesía. Por eso creo que conecto más con Mallarmé, con Ungaretti... P. ¿Qué huella ha dejado el Postismo en la cultura española? R. Creo que, históricamente, el Postismo fue un movimiento de importancia más bien simbólica. Lo que ha quedado de él es toda una serie de rostros y gestualidades: más que un hito, fue un umbral. El teatro de Francisco Nieva, por ejemplo, es inexplicable sin el Postismo. Es recoger esa tradición negra, grotesca, que viene de la sátira dieciochesca y enlaza con el surrealismo... En resumen, la idea del mundo vuelto del revés. P. ¿Cómo se explica el Postismo al ciudadano de a pie? R. Hay dos definiciones muy divertidas, una de Chicharro y otra de Ory. La de Chicharro dice: "Es el culto al disparate". Y la de Ory: "La locura inventada". Yo la definiría como una forma irreverente de acercarse al mundo del arte. P. ¿Sigue siendo necesaria esa postura? R. Claro. El arte en general necesita una buena dosis de irreverencia. La poesía que se hace hoy es excesivamente clónica. Abras por donde abras una antología de poesía última, todo suena igual. Y también es cierto que, últimamente, quizá ha habido una tendencia a asimilar excesivamente al poeta con un papel funcionarial.

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