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Crítica:FESTIVAL DE PERALADA
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Gelabert desnuda su frivolidad

El público que acudió al Festival de Peralada para asistir al estreno en nuestro país de Fountain of Love, creada a partir de la música de Frank Zappa por el bailarín y coreógrafo catalán Cesc Gelabert para el Balleto di Toscana, que dirige Cristina Bozzolini, se quedó atónito, admiradores y retractores incluidos.Con esta obra, Cesc Gelabert rompe con su imagen de creador intelectual y muestra una de sus facetas más silenciadas: la frívola. Frivolidad no está reñido con calidad y el espectáculo, estrenado la pasada primavera en Italia, gustó por su frescura y dinamismo coreográfico.

La fascinación que por la música de Frank Zappa siente Gelabert desde su juventud le ha llevado, en plena madurez creativa, a trazar un recorrido musical por el heterodoxo mundo del polémico rockero estadounidense. Su vínculo es la danza, provocativa e irónica como las letras de las canciones del compositor y sus instrumentos, los diecisiete magníficos bailarines que integran el Balleto de Toscana.

Más información
FRASES COREOGRÁFICAS URBANAS EN PERALADA.

Los bellos cuerpos de estos bailarines, enfundados en los atractivos diseños de Lydia Azzopardi, moldean el movimiento de Gelabert con una libertad que le da una dimensión desconocida. Son sensuales y atléticos y su personalidad escénica filtra con soltura dos ironías: la de Frank Zappa y la del coreógrafo.

A lo largo de la obra abundan los fragmentos corales, impactantes visualmente por la energía de la danza y en los que se puede apreciar la buena formación técnica de estos bailarines, de base clásica, y la compenetración que tienen como grupo. Fueron precisamente ellos los que propusieron a la dirección de la compañía volver a trabajar con Gelabert tras una primera experiencia realizada en 1995, la coreografía Hortensia, que también se estrenó con éxito.

Fountain of love es un viaje, con cuatro etapas, siguiendo la gira de una compañía de danza que prepara la presentación de una coreografía sobre una pieza de Frank Zappa, Outrage at Valdez, extraída del disco The yellow shark. Se inicia con una proyección de una película que convierte el escenario en una autopista, en la que el público se sumerge dejando atrás edificios, calles, ruidos de claxon y atascos. El movimiento de los bailarines es urbano. Su gesto se despereza y va convirtiéndose progresivamente en vital. Están preparándose para iniciar la aventura.

Al anochecer, la proyección muestra parajes oscuros poblados de árboles sin hojas. Los expresivos brazos de los bailarines son como ramas que se mueven. La relación entre ellos es audaz y provocativa. La noche esconde sus deseos más íntimos, deseos que desfallecen al amanecer. El mar inunda la escena y nos encontramos la playa. Es humor y gesto distendido, juegos y diversión. Una bella mujer baila sola. Es una seductora invitación para volver a la carretera. Quedan pocas horas para comenzar la función.

Poética de fusión

Con trazo ágil, Cesc Gelabert explora a través de los diferentes matices de sus hilvanadas frases coreográficas la poética del compositor, la fusión del rock, el jazz y la música serial. El argumento de su historia introduce al espectador en la ironía salvaje que sólo Frank Zappa podía explicar en sus textos, mostrando un mundo que se encuentra superpoblado de opciones absurdas.Los bailarines cantan We"re only in it for the money mientras crece la sensación de que la danza de Gelabert es el reflejo del caos organizado y coherente de uno de los locos más entrañables y clarividentes de la música actual.

El final es la guinda del espectáculo. La sátira que sobre la portada del disco de Sargent Peper"s de los Beatles cantó Zappa se traduce en el escenario en algo parecido. La palabra AMORE en paneles de flores, al más puro estilo hippy, un bailarín representando a Zappa con coletas y patinando y todos los bailarines con coloristas indumentarias es el irónico final de esta ágil pieza.

Los calurosos aplausos con el que el público de Peralada acogió la pieza de Gelabert obligaron al coreógrafo catalán a subir al escenario y saludar en repetidas ocasiones.

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