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Tres en uno para melómanos

Es una vuelta de tuerca más en la carrera que han emprendido últimamente los museos barceloneses para extender sus actividades más allá de la mera muestra de sus fondos. En este caso, se trata de un completo tres en uno para melómanos que se lleva a cabo, bajo el título BCN Clàssics, en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC). Encaramarse a la montaña de Montjuïc y contemplar Barcelona en toda su extensión, escuchar música clásica popular y de calidad en un espacio insólito y pasear por las salas del MNAC son las tres posibilidades que se adquieren con sólo una entrada. El planteamiento del ciclo se puede entender como un paralelo cultural a las rebajas de verano de una tienda de lujo: los precios oscilan entre 1.800 y 4.500 pesetas. Es el tercer año que se convocan estos conciertos y, hasta ahora, se ha mantenido, sin llegar al delirio de los Proms de Londres, en un buen nivel de público. Éste se reparte a partes iguales entre entendidos y profanos, barceloneses sin vacaciones en agosto y turistas. Las citas son dos. En la primera, el pasado día 3, la Orquesta de Cadaqués -protagonista de todos los conciertos junto al violonchelista Lluís Claret, el violinista Ludwig Müller, concertino de la orquesta; el pianista y director de orquesta Philippe Entremont y la mezzosoprano Teresa Berganza- interpretó obras de Rossini, Beethoven y Mozart. En la segunda, mañana, Berganza cantará las Siete canciones populares españolas de Manuel de Falla, en un concierto que incluye también la célebre Quinta sinfonía, de Beethoven. Un repertorio popular que pone en evidencia el secreto del éxito de la convocatoria. Algunas afirmaciones interceptadas al vuelo dan una idea de que, entre el público, abundan quienes se inclinan por lo musical: "Una orquesta con figuras internacionales". "Yo he escuchado el Triple concierto de Beethoven antes de venir para apreciar si tocan bien o mal". "Aprovechamos los precios para escuchar un buen concierto"... Pero lo cierto es que muchos suben a Montjuïc unas horas antes de la actuación para ver las salas del MNAC, para tomar una copa o comer una refrescante manzana en la terraza que se instala sólo en los días de concierto ante las puertas del museo. Destacan tres aspectos: Uno: la terraza, punto de encuentro del respetable. Mucha elegancia a la catalana. Es decir, en la línea arreglados pero informales: sin estridencias. Más exótica resulta la presencia de un par de cuencos con las manzanas rojas. A 200 pesetas la unidad. Dos: las salas del MNAC, que ofrecen un buen recorrido por el arte románico y gótico catalán, por el legado de Francesc Cambó, y cuatro exposiciones temporales a falta de que terminen los trabajos de reforma, de la instalación de las obras de los siglos XVII y XVIII y del traslado de la colección del Museo de Arte Moderno. En los días de concierto, el museo abre hasta las 21.00 horas y la cosa empieza a llenarse hacia las 19.30. Es curioso constatar la preferencia de los visitantes por la exposición dedicada al descubrimiento de un tesoro en Sant Pere de Rodes. Historia y un halo de aventura. Y la atracción por unas monedas de oro y plata antiguas que son observadas con insistencia por el público gracias a unas lupas puestas a su disposición. Tres: el concierto en la Sala Oval. La Orquesta de Cadaqués es también la titular del Festival de Peralada. En previsión de un escaso aire condicionado, los músicos salen sin chaqueta. Una licencia que se permite por ser agosto. Mañana, el italiano Gianandrea Noseda dirigirá obras de Falla, Brahms, y Beethoven. Al fondo de la sala, dicen, el sonido llega con retraso. Pero no suele haber reclamaciones.

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