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El loco mundo de "Abracadabra"

La Tate Gallery de Londres presenta una visión humorística del arte contemporáneo

Una casa explota sin razón aparente, una ardilla se suicida, un meteorito destruye un cuarto de baño y en el juego del desempleado no hay ganadores. ¿Síntomas de la factura negativa del milenio que concluye o anticipación de lo que depara el futuro? Estos y otros testimonios artísticos más optimistas, reunidos en la exposición Abracadraba, de la Tate Gallery de Londres, invitan al visitante a cuestionar su papel en la sociedad contemporánea y a indagar sobre el estado de los objetos que rodean la vida cotidiana.La muestra, organizada en colaboración con el Museo Pompidou, de París, permanecerá en Londres hasta el próximo 26 de septiembre. Un colectivo de 15 artistas internacionales, desde España a Brasil pasando por Japón y otros países del planeta, colaboran con la Tate Gallery para presentar un mundo fantástico estrechamente ligado a la realidad más cotidiana. Son los últimos herederos del pop art, del surrealismo, del dadaísmo y del arte conceptual, que se aferran a los cuentos terroríficos de Edgar Allan Poe o a los más ensoñadores de Lewis Carroll, así como al cine y a la televisión como foco de inspiración.

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El humor, negro en la mayoría de los casos, es el hilo conductor del trabajo de este ecléctico grupo de artistas. En una esquina de la galería, el cuerpo disecado de una ardilla yace en la silla de una diminuta cocina. Una pistola en el suelo y un vaso vacío sobre la mesa completan la escena casi impronunciable de Bidibidobidiboo montada delicadamente por el italiano Maurizio Cattelan. "Se ha suicididado porque estaba harta de la vida", interpreta Patricia Muller, amiga de la Tate. "Es divertida e ingeniosa", señala en referencia al conjunto de la muestra. Y añade: "Nos pone en contacto con las preocupaciones de los artistas del momento actual".

La inclusión de la ardilla muerta o de un caballo disecado que cuelga del techo en la entrada principal de la Tate ya aventuraba una muestra envuelta en la polémica. Los amantes de los animales, sector muy arraigado y cada vez más mayoritario en el Reino Unido, desconfían de los artistas que recurren al mundo animal como objeto de sus indagaciones. En el pasado llegaron a dañar piezas provocadoras del reconocido Damien Hirst, entre otros portavoces del nuevo arte británico. En esta ocasión, al menos durante los primeros días de su exhibición, Abracadabra provoca más risas en el visitante que gestos de repulsa. El suicidio de la ardilla va encaminado, además, a convertirse en la estrella de la muestra. "Esta pieza es mi favorita", reconoce el estudiante Todd Watkins, "La ardilla está tan sola. La tristeza le llevó al suicidio".

A este colegial de 15 años, la escena de Cattelan le hizo meditar sobre el mundo y la relación entre los humanos. "El mundo puede ser muy injusto para algunos. Para mí, este trabajo es un ejemplo de cómo tratamos a los extraños, a las personas que son diferentes a uno mismo", interpreta.

A pocos pasos, en el espacio sin fronteras ni particiones de la sala, un ejecutivo japonés, encorbatado y con gafas, está echado con los puños cerrados sobre el suelo. Es el robot Mijata Jiro, construido por Momoyo Torimitsu, una artista de Tokio, para una serie de actuaciones en vivo que se recogen en vídeo en la exposición. El ejecutivo no se puede levantar y está condenado a culebrear por la escalada del poder corporativo.

Efectos de un meteorito

Al margen del humor, los trabajos del colectivo de artistas destacan por su accesibilidad. Y, en algunos casos, por su interactividad. El belga Patrick Corillon cuenta en Casa la destrucción de un cuarto de baño por el efecto de un meteorito y otros accidentes que sufre el artista ficcional Oskar Seti. La narración, inspirada en la vida de Béla Bartok, sólo comienza cuando un visitante solitario entra en una de las cuatro habitaciones de su Casa.De igual forma, el gigantesco futbolín de Catellan, titulado Stadium, afianza su significado del "arte visto como un juego" cuando los 22 jugadores entran en acción. Stadium representa, para algunos, una mirada sarcástica al problema de la violencia en el deporte más popular de todos los tiempos.

En Abracadabra se establece una conexión entre objeto y sujeto, entre arte y visitante. Los objetos son cotidianos y familiares - estufas, cajas de cerillas, láminas de papel con la historia del universo, mapas, vestidos- y los mecanismos de construcción tienden a evitar la alta tecnología.

La sala de la Tate se convierte, al mismo tiempo, en una caja de sonidos intermitentes. El ruido de explosiones se funde con la música de las películas del superagente inglés 007, de las canciones de John Lennon, de los golpes del futbolín, de los gritos ocasionales de "gol" y de las risas de la gente.

El visitante es tan protagonista de esta muestra como los propios artistas. Como explica el creador francés Xavier Veilhan en el catálogo de Abracadabra, "el espectador se convierte en un objeto de representación, con la misma capacidad que otros componentes del trabajo".

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