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Un tren de feria transforma La Capella en un espacio lúdico

Más alto es un trabajo impactante y al mismo tiempo simple. Un tren de feria recorre el espacio de la sala de exposiciones La Capella (Hospital, 56). Los niños del barrio se suben a él y un espacio que antes fue religioso y ahora es artístico se convierte así en un lugar de esparcimiento. Además del componente lúdico, que habla de los nuevos rituales de la cultura del ocio, el montaje de este auténtico tren de parque de atracciones es también una alegoría del viaje, del recuerdo y de la lucha por salir de una situación sin llegar a conseguirlo plenamente. Uno de los interrogantes que se plantea Mireya Masó en Más alto es analizar por dónde se canaliza el recuerdo de los antiguos ritos religiosos en una sociedad laica. Masó piensa que la cultura del ocio ha recogido de forma pagana el viejo ritual. Con la introducción de un elemento pensado para la diversión en un antiguo recinto sacro está planteando esta idea de la interrelación entre los antiguos ceremoniales con los que se llevan a cabo en la moderna cultura del espectáculo. El ambiente de espiritualidad del recinto ha sido reforzado con la apertura de uno de los lucernarios, situado en el techo de la sala y que habitualmente permanece cerrado. Una luz tamizada, que baja perpendicularmente hasta el recorrido del tren, produce un singular efecto que provoca un encuentro entre dos conceptos aparentemente desincronizados: la diversión y la reflexión. Masó ha buscado también una conexión de la obra con el barrio ya que los niños de la zona entran, algunos por primera vez, en La Capella para subir a la atracción. Para facilitar la diversión, una persona está a cargo permanentemente de la acción de los mandos de puesta en marcha y parada del tren. Junto a esta obra, la Sala Petita de La Capella presenta, también hasta el 11 de julio, Erno Rubik. Se trata de un trabajo de Francesc Ruiz, que ha empapelado las paredes del espacio con dibujos de miles de pequeños personajes que tienen en sus manos el en otro tiempo célebre cubo de Rubik. El tema de las estructuras y los retos planea en esta pieza, que formalmente recuerda el libro de Martin Hanford Dónde está Wally. Cientos de pequeños personajes aparecen dibujados en la sala. Algunos de ellos fueron pintados por Francesc Ruiz y otros por amigos suyos. Al colorear algunos de ellos se crea un conjunto de estructuras diferenciadas. Este tema fascina a Ruiz, artista muy motivado por la construcción de formas, su análisis y la constatación de su existencia en lugares insospechados. Por ejemplo, una de las aficiones de este artista es observar cuando ya ha oscurecido las formas que van adoptando los grandes bloques de viviendas una vez que se encienden las luces. También es un apasionado por el cubo de Rubik y uno de sus trabajos tenía como referente el Tetris, uno de los primeros juegos para ordenador que obtuvieron un amplio éxito. La obra intenta reflexionar sobre la cultura contemporánea, sus efectos y sus enigmas. Uno de ellos es cómo el cubo de Rubik hizo cuestionar el sistema de producción en Hungría al no poder responder a la gran demanda de producción de este objeto que se reclamaba desde todo el mundo.

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