Yeltsin muestra en público su desdén por el alcalde de Moscú

El Kremlin de Borís Yeltsin y la alcaldía de Moscú, de Yuri Luzhkov, ya están en guerra abierta. A la negativa del Kremlin a dejar volar al alcalde el pasado sábado por los alrededores de la capital rusa en helicóptero, ayer se añadió el agravio público que le hizo el presidente. Yeltsin acudió, con otros dirigentes, a realizar una ofrenda floral a la tumba del Soldado Desconocido, junto a las murallas del Kremlin, con motivo del 58º aniversario de la agresión nazi contra la Unión Soviética. A la ceremonia asistía Luzhkov y Yeltsin fue saludando a los allí presentes al alcalde, al que ignoró y tendió la mano al que seguía en la fila. Luzhkov se limitó a bajar la vista y después trató de mantenerse lo más lejos posible del presidente. El incidente, además de mostrar una extraordinaria falta de educación política, es señal de que ya no hay reconciliación posible entre ambos dirigentes y que el Kremlin utilizará todos los medios a su alcance para evitar un triunfo de Otéchestvo (Patria), el partido del alcalde, en las elecciones parlamentarias de diciembre y para impedir que Luzhkov gane en las presidenciales de junio del 2000.

La ceremonia junto a la Llama Eterna también mostró que la salud (más bien la falta de ella) de Yeltsin sigue en la agenda. Al depositar la ofrenda floral, el presidente perdió el equilibrio y estuvo a punto de caer y aplastar la corona que acababa de colocar. Los diarios rusos retomaron ayer el tema de la salud de Yeltsin al comentar el viaje que hizo el domingo a Colonia y algunos, como el liberal Segodnia (Hoy), publicaron una foto del presidente tropezando a su llegada al aeropuerto alemán. Y Nezavísimaya Gazeta (Diario Independiente) escribía ayer que "la conducta de Borís Yeltsin en la cumbre de los ocho fue excesivamente teatral, lo que se debió ante todo a su estado de salud". En Moscú se especula con que el presidente padece, entre otros males, problemas de riego cerebral.