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DEBATE SOBRE EL ESTADO DE LA NACIÓN

Aznar expone sus logros económicos, y Almunia le reprocha el desigual reparto de este crecimiento

Luis R. Aizpeolea

El debate del estado de la nación fue el del balance de una legislatura cerca de su final. Apenas se debatió sobre proyectos. El enfrentamiento entre el jefe del Gobierno, José María Aznar, y el secretario general del PSOE, Joaquín Almunia, fue un ajuste de cuentas de los tres últimos años, ya en la cuenta atrás para las próximas elecciones generales. Aznar destacó los logros de su Gobierno, que concretó en el crecimiento económico y la creación de empleo, y Almunia le replicó que con el PP lo que ha aumentado es la desigualdad social. Los socios nacionalistas del Ejecutivo, a su vez, escenificaron su distanciamiento ante la proximidad electoral. CiU, más comedido, reprochó a Aznar la falta de reconocimiento de su contribución a los logros económicos y su "insensibilidad" ante las demandas nacionalistas. El PNV, más duro y rupturista, acusó a Aznar de incumplir su compromiso de desarrollar el Estatuto de Gernika contraído en el pacto de legislatura, e incluso le denunció por haber arriesgado el proceso de paz en Euskadi. La profundización en el consenso sobre el final del terrorismo fue el único punto de encuentro entre todos.

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El debate tuvo características muy distintas al del año pasado, el del examen de José Borrell como candidato a La Moncloa. Los socialistas se presentaron ayer sin cabeza de cartel pero con moral de combate tras su relativo avance en las elecciones del 13-J. Almunia resaltó este dato al inicio de su intervención. "Los tiempos están cambiando. Su ciclo en La Moncloa puede estar acabándose", dijo, lo que arrancó la primera ovación de los escaños de la izquierda.

Almunia dejó satisfechos a los bancos socialistas. Fue creciéndose a lo largo de su intervención y mostró una solidez que reconocieron tirios y troyanos. Nadie quiso hablar ayer de ganadores o perdedores. Los populares quedaron satisfechos con el "oficio" de Aznar y manifestaron que Almunia superó a Borrell. Los socialistas, a su vez, elogiaron la seguridad que emanaba Almunia, que con su discurso ganó enteros como posible candidato para las generales. Antes, Aznar le había espetado que al presentarse como interlocutor en este debate pese a su fracaso en las primarias del PSOE, buscaba "hacer méritos" para ser cabeza de lista.

Final de la violencia

Aznar planteó un debate de final de la legislatura. Frente al paquete de 19 proyectos y ocho ofertas de pacto que presentó el año pasado, ayer se limitó a hacer balance de tres años. Dedicó una tercera parte de su presentación, de tres cuartos de hora, a expresar sus esperanzas sobre el final de la violencia en Euskadi, con el cuidado de atribuir este logro a toda la sociedad y a los partidos. "Estamos en condiciones de ganar la paz", señaló, y ofreció un pacto de Estado para profundizar en esa dirección. Enseguida destacó los logros económicos de su mandato: la creación de 1.200.000 empleos, la concertación social, el avance en la convergencia real con Europa, el saneamiento de la Seguridad Social y el crecimiento del PIB. Confirmó también sus proyectos de reformas estructurales ya conocidos y auguró que el pleno empleo es posible. Inlcuso anunció que creará 1,3 millones de puestos de trabajo de aquí al año 2002. Frente a este discurso triunfalista, Almunia eligió un doble campo de confrontación: el "desigual" reparto del crecimiento económico y la "carencia de proyecto" del Gobierno del PP. Sus críticas al Ejecutivo incluyeron de todo: ruptura del consenso territorial por el pacto del PP con los nacionalistas sobre financiación autonómica; medidas económicas que rompen la cohesión social; ausencia de liderazgo y de transmisión de ilusión a la sociedad; deterioro de la enseñanza y sanidad públicas; manipulación de RTVE; privatizaciones para que "los amigos de Aznar" puedan acceder a empresas públicas; caos aéreo...

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Su intervención fue interrumpida varias veces desde los bancos del PP, lo que trajo a la memoria los incidentes del año pasado, en que Borrell se llegó a desconcertar. Ayer, el presidente del Congreso, Federico Trillo, estuvo atento y frenó a los jaleadores, que no consiguieron arredrar a Almunia.

Catastrofista y negativo

Aznar tuvo una réplica defensiva y agria. Acusó a Almunia de "catastrofista, negativo, carente de propuestas" y de querer "hacer méritos" ante su partido. No se ahorró ataques personales y recordó que siendo Almunia ministro de Trabajo se habían perdido centenares de miles de empleos. En la dúplica, Almunia se centró en el "reparto desigual del crecimiento" conseguido por el Gobierno del PP, al que acusó de crear empleo precario con numerosos contratos temporales. Siete de cada 10 familias tienen dificultades económicas para llegar a fin de mes, enfatizó. Por un momento Almunia estuvo a punto de naufragar al adentrarse en la deuda de la Seguridad Social. El silencio se adueñó en los bancos socialistas, cuyos integrantes recordaban cómo Borrell pinchó el año pasado precisamente en esta cuestión. Pero salió enseguida del jardín en que se había metido e incluso alcanzó el momento más espectacular de su intervención al lanzar varias propuestas que cogieron por sorpresa a Aznar.

El secretario general del PSOE desafió al jefe del Ejecutivo, en vista de que la economía va tan bien, a aumentar en 2.000 pesetas las pensiones no contributivas y a rebajar las tarifas eléctricas en un 5%. Incluso le animó a derogar la ley de las fundaciones sanitarias. Sólo obtuvo respuesta en esta última cuestión. Aznar le recordó que la Junta andaluza, socialista, también promueve estas fundaciones.

Junto a las duras intervenciones de los nacionalistas vascos y catalanes contra Aznar había curiosidad por las explicaciones de Julio Anguita, líder de IU, sobre su fracaso electoral del 13-J. Lo atribuyó a la abstención. Anguita,muy crítico con Aznar, le acusó de haberles "criminalizado" por haber firmado el Pacto de Lizarra.

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