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Mastretta opina que hay que cuidarse más de lo posible que de lo imposible

La Casa de América dedica este año la "Semana de autor" a la escritora

"El deber de un escritor es intentar hacer creíble lo que cuenta; pero a veces la realidad es tan inverosímil que no se puede contar y es más loca de lo que nos atreveríamos a decir. Por eso hay que cuidarse más de lo posible que de lo imposible", opina Ángeles Mastretta, la única mujer que ha logrado el Premio Rómulo Gallegos. La Casa de América le dedica este año la Semana de autor, que se inició ayer.

Ángeles Mastretta (Puebla de los Ángeles, México, 1949), que se presentó muy puntual y también muy peripuesta, dijo que se sentía abrumada y contenta. Desde ayer y hasta mañana, la Agencia Española de Cooperación Internacional y la Casa de América dedican la Semana de autor a la escritora, que logró el premio internacional de novela Rómulo Gallegos en 1997 con Mal de amores (Alfaguara), una historia de una pasión en tiempos de la revolución mexicana. Esta periodista y en ocasiones poetisa es la décima vez que visita España, y se sometió a la sesión de fotos con paciencia infinita. De natural optimista ("aunque también tengo mis caídas", aclaró), dijo que cuando escribe trata de imaginar de qué va el mundo y por qué merece la pena levantarse. "Cuando escribo trato de buscar respuestas a todo, y creo que con la literatura se encuentran. El ser humano sueña con maravillas y las trata de alcanzar, la literatura es un mundo de buscar maravillas", opinó la autora, que saltó a la literatura en 1985 con la novela Arráncame la vida, premio Mazatlán de Literatura.

Para Mastretta, hay quien cree que vive en el peor de los mundos: "Pero uno puede dar con lo mejor y con lo peor, y no creo que la humanidad sea toda igual. Nuestro deber es dar con los seres valientes y entrañables, y tratar de convivir con ellos".

La autora, que se convirtió en un fenómeno de ventas en Latinoamérica, publicó su segunda obra en 1990, Mujeres de ojos grandes, un libro de cuentos traducido a cinco idiomas. Este año ha publicado Un mundo iluminado (Alfaguara), que incluye el espléndido relato Los conversadores. En él narra el diálogo telefónico entre una mujer (que marca un número erróneo) y el hombre que sale al otro lado de la línea. Mastretta reconoce entre sus afectos literarios a García Márquez, Cortázar, Borges, Stendhal y Carlos Fuentes.

Mito e historia en la narrativa mexicana es el título de la mesa redonda de ayer. El acontecimiento de donde deriva una serie de lenguajes artísticos con fuerte identificación popular (plásticos y murales) fue la revolución mexicana (1910-1919), dijo Marta Portal, profesora de literatura hispanoamericana en la Universidad Complutense de Madrid. "Así, la primera novela, escrita por los testigos de la revolución, fue testimonial y localista. La segunda etapa incluye un valor artístico. Después, en los años cincuenta-sesenta, viene Rulfo, que parece mitificar los acontecimientos en Pedro Páramo, y Carlos Fuentes. En los años ochenta, la revolución es vista desde otra óptica, y ahí surge la novela de Mastretta, con Arráncame la vida".

Las conferencias de hoy y mañana tratarán sobre Los personajes de Ángeles Mastretta y La expectativa latinoamericana.

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