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Tribuna
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Laberinto y memoria

El medio es el mensaje, hay momentos en los que Manzano y Morán, más que candidatos parecen invitados de Tómbola a punto de tirarse de los pelos en el debate de Telemadrid. Inés Sabanés, la candidata de IU, trata de meter baza y serenar los ánimos y el moderador les llama al orden inútilmente como si fueran dos alumnos díscolos en una clase de BUP, pero ellos siguen hablando al mismo tiempo, interrumpiéndose, al borde del ataque de nervios, del colapso, enajenados y ajenos al bochornoso espectáculo que están dando a sus presuntos votantes.A cualquiera, salvo a sus más adictos, le gustaría borrar del rostro del alcalde esa meliflua sonrisa de autocomplacencia, inexplicable e indeleble. A cualquiera, sobre todo a sus partidarios, les gustaría ver aflorar una sonrisa, un rasgo de humor o de ironía en el cejijunto rostro de Morán.

Todo es crispación y vocerío, guirigay y algarabía, arengas y filípicas. El PP nos pide que le ayudemos a seguir mejorando a cuenta nuestra, y el PSOE exhibe su firme voluntad de acompañarnos a todas partes como un miembro más de la familia.

Para escapar del inmisericorde zumbido de este enjambre de enfurecidas avispas y engolosinados zánganos, el cronista, que ha decidido adelantar su día de reflexión, y tal vez prolongarlo indefinidamente, se refugia en el Círculo de Bellas Artes, con el cuello de la chaqueta subido y la cabeza entre los hombros, porque estos días los políticos también han invadido el Círculo con sus cosas y acechan por todas partes.

Con movimientos subrepticios y paso apresurado, el cronista se ha colado por fin en una amplia sala de exposiciones transformada en un túnel del tiempo sin peaje alguno donde Madrid se hace Laberinto de memorias, memoria gráfica desde los albores de la fotografía en 1836 hasta el fatídico año de 1936.

Publio López Mondéjar, el constructor y guía de este laberinto, escritor e historiador de la fotografía española, ha dado a la exposición una atmósfera de linterna mágica, una escenografía de luces y de sombras atrapadas en la cámara oscura que representan la gran comedia humana de casi un siglo en la historia de Madrid.

Su decorado urbano, su tramoya permanente, su metamorfosis de villa a corte, y de corte anacrónica y pueblerina a ciudad moderna y capital industriosa y burguesa. Escenarios y personajes, protagonistas y comparsas, coros y masas. Envarados daguerrotipos de severos y envarados próceres que aún miran con desconfianza este nuevo invento que sólo ellos pueden costearse y que les obliga a la tortura de larguísimas poses estatuarias. Y luego, animadas escenas callejeras, tipos y oficios populares, reales personas y personajes reales, escritores, artistas, toreros y catedráticos, talleres, oficinas, fábricas, gimnasios, academias y parlamentos.

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La lente va ganando espacio, sale al exterior, se hace móvil, ligera, curiosa, impertinente y testimonial. Cada fotógrafo es, con intención o sin ella, en el estudio o en la calle, un cronista puntual y veraz de cada pliegue sobre la piel de la ciudad. En su libro, catálogo de la exposición, Publio López Mondéjar hace también su crónica escrita, la historia ilustrada de los pioneros de la ciencia y el arte fotográficos que acompañaron el devenir de la urbe y retrataron sus relieves.

Pioneros inolvidables y olvidados como el británico Charles Clifford, aeronauta de globos aerostáticos y artista fotógrafo, explorador de ciudades, monumentos, paisajes y paisanajes españoles, viajando a lomos de mula con más de trescientos kilos de delicadísimo y carísimo equipo de trabajo. En este laberinto de la memoria, la política tiene numerosos y variados ecos, un mitin callejero de Pablo Iglesias emergente en un mar de gorras y sombreros, o un discurso de Alcalá Zamora, ante una cámara enlutada y con caras de pocos amigos, paisanos corriendo delante o detrás de los guardias de asalto, cuartelazos y momentos de euforia colectiva y entusiasmo popular como el de la proclamación de la República en abril de 1931 en la Puerta del Sol, una de las últimas imágenes de un libro excepcional y de una exposición muy reflexiva.

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