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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El ciclo americano

LAS ESCASAS objeciones al comportamiento de la economía estadounidense provienen del presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, uno de los principales artífices de esa larga etapa de sano crecimiento, más de ocho años, que está viviendo aquel país. Pocos días después de que las cifras de crecimiento correspondientes al primer trimestre (la tasa trimestral anualizada se situó en el 4,5%) confirmaran el mantenimiento de un más que apreciable ritmo de crecimiento, compatible con una reducida tasa de inflación, Greenspan ha advertido una vez más de los riesgos de ruptura de ese círculo virtuoso por el flanco, en su opinión, más vulnerable, el mercado de trabajo.Con una tasa de paro en los más bajos niveles de los últimos treinta años (4,3% de la población activa) y una capacidad de creación de empleo envidiable (en abril se crearon 234.000 nuevos empleos), es razonable que el presidente de la Fed recuerde la necesidad de mantener ese ritmo de aumento de la productividad, que es, en última instancia, el verdadero responsable de la bonanza americana. Advertencias que por sí solas son un indicador o mensaje a los mercados financieros. Dada la oportunidad con que se producen, desarrollan un papel inteligentemente complementario del desempeñado por la propia política monetaria.

Es destacable esa habilidad de Greenspan en la conducción de la política monetaria para preservar no sólo la fase expansiva de aquella economía, sino para evitar males peores en la economía mundial tras la severidad mostrada por la crisis financiera global. Tan destacable al menos como la identificación de los rasgos diferenciales del comportamiento de aquella economía frente al exhibido por las otras dos grandes, la UE y Japón.

El papel dinamizador de los sectores de tecnología de la información y de las comunicaciones en el crecimiento de la economía estadounidense, destacado repetidamente por el propio Greenspan, no puede disociarse de las actitudes empresariales y financieras más directamente orientadas a la generación y recepción de innovaciones; a la asunción de riesgos, en resumen. Una economía en la que, más allá de la flexibilidad relativa de sus mercados, ha renovado su capacidad empresarial al tiempo que su sistema financiero, ha mostrado una mayor adecuación que los europeos en la cobertura de iniciativas en las que se ha primado más su potencial de creación de riqueza que el pasado de sus emprendedores. Si útiles pueden ser las lecciones en la conducción de las políticas macroeconómicas, no lo son menos las actitudes y definición de estímulos al fortalecimiento de ese "cuarto factor" de la producción: la capacidad para emprender y generar sobre la misma esas ganancias de productividad que harán de la actual fase expansiva de esa economía la más dilatada del último medio siglo.

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