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Crítica:TEATRO: 'LAS HERMANAS DE BUFFALO BILL'
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Una curiosidad

Apenas muerto Franco se esperaba el gran río de la escritura contenida por la censura y por la sociedad dominante. No llegó. El daño causado no se limitó a prohibir, sino a acortar el pensamiento, a dejar en balbuceos a los más desesperados, a los más vehementes de los escritores rebeldes. Había unas generaciones juntas de escritores de teatro que habían pasado del realismo de sus predecesores que aún pudieron estrenar sus obras con más o menos dificultades, como Lauro Olmo o Alfonso Sastre, a lo que se llamó experimentalismo, o regreso a la vanguardia, o intentos de emprender caminos de vanguardia. No había público para ellos.La gente no estaba dispuesta a lecturas de textos crípticos, de alusiones a una dominación que, mientras dictaba, no permitía el estreno (se hacían heroicas funciones de compañías marginales en teatros escondidos; y aun así eran perseguidas) y que cuando ya había terminado no justificaba la traslación de personajes, situaciones y frases a metáforas innecesarias. Una de las obras que pasó por esas cribas y tuvo un gran éxito fue Las hermanas de Buffalo Bill, de Manuel Martínez Mediero (Badajoz, 1938), que se estrenó en ese 1975 famoso y duró más de un año en cartel. La dirigió Francisco Abad: y él mismo la repone casi un cuarto de siglo después, con retoques del texto, para quitarle el exceso de viejo polvo, para adherirse un poco a este tiempo: director y autor coinciden en que la reposición se hace porque "la intolerancia no ha muerto, es un fantasma que goza de buena salud" (Mediero, nota al programa) y "sigue siendo un importante alegato contra la represión y la falta de libertades" (Abad).

Las hermanas de Buffalo Bill

Las hermanas de Buffalo Bill, de Manuel Martínez Mediero (1975). Intérpretes: Ramiro Oliveros, Sandra Toral, África Gozalbes. Decorados y figurines: Antonio Zarco. Dirección: Francisco Abad. Teatro Muñoz Seca.

En un sentido global, el personaje masculino, vestido de Buffalo Bill, con su Winchester, sus cabelleras cortadas y la represión atroz de sus dos hermanas, sería Franco en aquel momento. Las hermanas, una paciente, otra vehemente, serían las dos Españas. La muerte del tirano las libera, pero su aparición posterior, venido del Purgatorio, en toda clase de acepciones, desde la de penitente a la de jugador de fútbol, indican que el franquismo estaba infiltrado en la vida española. No veo clara la idea de permanencia de aquellas circunstancias en estas otras. No vi tampoco entonces el valor de todo ese grupo teatral (distinguiendo, naturalmente, entre unos y otros escritores y sus calidades o su inventiva) y bastantes disgustos me quisieron dar, aunque los percibí menos de lo que ellos quisieron. Era un grupo caracterizado por su valor; por su carácter aguerrido y, como todos los miembros de esa gran profesión, dispuestos a culpar a otros de lo que en ellos no funcionaba bien. No me gustó tampoco, y a pesar de su éxito, Las hermanas de Buffalo Bill y ahora tampoco me gusta: su infantilismo, su balbuceo, sus trampas dialécticas, sus pequeños chistes, no me parecen suficientes. Ahora, sin embargo, me interesa más: como una curiosidad, como objeto de tienda de antigüedades. Como algo kitsch. Que es una palabra que se usaba en la época del estreno de esta obra para señalar más que un feísmo fallido en su intento de ser arte, una manera de enfocar cualquier arte contra sus bellezas tradicionales. Como también se decía retro para lo que se recuperaba o se remedaba de otros tiempos. Se comprende el deseo de los autores de que no mueran nunca sus grandes éxitos, que tras un periodo de dificultades y maltratos, y precediendo a otro de indiferencias, fueron un hito. Diez años después, escribió Las hermanas de Buffalo Bill cabalgan de nuevo, en la que añadía personajes como Tierno Galván o Plácido Domingo, con alusiones a la Primitiva y a El Loco de la Colina. Y ahora entienden que la reposición de la primera obra va a alcanzar el mismo efecto que entonces, con las nuevas reflexiones a que se refiere el programa. Con la importante colaboración de Abad, con el brío y la soltura del actor y las dos actrices. Ojalá sea así.

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