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Agentes de la fiscalía rusa confiscan en el Kremlin pruebas de un presunto caso de sobornos

Puede socavar los cimientos del Kremlin o disolverse como un terrón de azúcar en una taza de café. La complicada trama de corrupción y chantaje, juego sucio y lucha por el poder que gira en torno a la figura del fiscal general de Rusia, Yuri Skurátov, se encuentra en esa fase ambigua en la que puede ocurrir cualquier cosa. Por lo pronto, los agentes de la fiscalía han dado un paso sin precedentes: la confiscación, en busca de pruebas de sobornos a altos funcionarios, de documentos relacionados con la firma suiza Mabetex en las oficinas del organismo que administra los bienes de la presidencia, a cuyo cargo está Pável Borodín.A este misterioso personaje, que ha llegado a sonar como candidato a relevar a Yevgueni Primakov como primer ministro, le gusta permanecer en la sombra, aunque ahora le va a resultar muy difícil. Es uno de los hombres más poderosos de Rusia. A su cargo se halla un imperio económico, valorado en muchos billones de pesetas y que incluye hoteles, residencias campestres y hasta una compañía aérea.

El quid de la cuestión reside en la restauración, acondicionamiento y amueblamiento de edificios del Kremlin y de las sedes del Gobierno y de las dos Cámaras del Parlamento, obras todas ellas en las que participó Mabetex por encargo del departamento que dirige Borodín. Se ha llegado a publicar, además, que Tatiana Diachenko, la hija y consejera de Borís Yeltsin, puede ser llamada a declarar, y que Mabetex intermedió en la compra de dos yates para el presidente.

Skurátov, que dimitió el 2 de febrero (con el beneplácito activo del líder del Kremlin), explicó el 17 de marzo a los senadores que lo hizo presionado por quienes intentaban impedir sus investigaciones sobre el supuesto soborno de Mabetex a "peces gordos" del Kremlin para conseguir esos contratos. Los senadores rechazaron la renuncia, en lo que supuso una auténtica bofetada a Yeltsin, y el fiscal aceptó seguir en el cargo. Horas después, la televisión estatal difundía fragmentos de un vídeo en el que se mostraba a alguien que se le parecía extraordinariamente retozando con un par de supuestas prostitutas.

El fiscal no negó que las imágenes fuesen reales, pero eso no le apeó del puesto, aunque seguramente le ocasionó problemas conyugales. Yeltsin creó una comisión investigadora y, antes de que se pusiera en marcha, destituyó a quien iba a presidirla, Nikolái Bordiuzha, jefe de su gabinete y secretario del Consejo de Seguridad, pieza de caza mayor que se cobra el caso.

El registro de ayer levantó chispas y coincidió con la llegada a Rusia de la fiscal general suiza, Carla del Ponte, a la que Skurátov ha pedido ayuda y que ya confiscó documentos en la sede de Mabetex. Su visita, oficialmente, tiene, sin embargo, el objetivo de discutir la forma de impedir que la mafia rusa siga metiendo dinero en la economía helvética. Una legión de guardaespaldas la acompañó a lugar seguro y secreto.

Para completar el cuadro, el presidente de Mabetex, Behgjet Pacolli, se presentó ayer en Moscú, calificó de absurda la historia de los yates, desmintió que hubiese comisiones ilegales y especuló con que todo sea un montaje de sus rivales para eliminarle del mercado.

En cuanto a Borodín, declaró lo que cabía esperar: que tiene la conciencia tranquila, que las obras se concedieron de acuerdo a las normas y sin dinero negro por medio, que no tiene nada que temer de la fiscal suiza y que es ajeno a la "trampa sexual" contra Skurátov.

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