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El presidente del PP en Tenerife denunció un contrato irregular de 20.000 millones

No se siente traidor, él sostiene que avisó. Francisco de la Barreda, presidente del PP en Tenerife, hizo llegar el pasado septiembre a Ángel Acebes, entonces coordinador general, un informe sobre casos concretos de presunta corrupción del partido en la isla. La denuncia más grave afectaba a su sucesor en la Consejería de Industria, Alfredo Vigara, a quien acusó de adjudicar la instalación del gas natural en Canarias a Unelco, de cuyo consejo de administración había sido miembro. El contrato superaba los 20.000 millones de pesetas.

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La respuesta del PP a las denuncias se produjo ayer. De la Barreda fue destituido y se nombró en su lugar a una junta gestora presidida por el senador Pedro Galván. Desde anoche, Francisco de la Barreda sólo es diputado nacional del PP. La dirección regional del partido aprobó por una amplia mayoría dejarle fuera de la dirección del partido en Tenerife, al considerar imperdonable que sus denuncias sobre corrupción y chantajes trascendieran a la opinión pública.Además de Galván, la gestora -o comisión de gobierno, que es como se denomina ahora- está compuesta por un secretario, el actual consejero de la Presidencia, Lorenzo Suárez, y 50 vocales, entre ellos De la Barreda. Este gesto -la inclusión en la junta gestora del hombre que provocó la crisis- es el último intento de José Miguel Bravo de Laguna, el presidente regional del PP, de intentar clausurar el conflicto y empezar a curar las heridas, que no son pocas.

Hace siete meses que De la Barreda fue a Madrid por primera vez para denunciar un caso de corrupción. Y lo hizo después de que Alfredo Vigara, su sucesor en la Consejería de Industria y Comercio, adjudicara la implantación del gas natural a Gasificadora Regional de Canarias S. A, una empresa donde, además de las cajas de ahorro, se encuentra Unelco, del grupo Endesa. Bravo de Laguna aseguró que el PP ya investigó este caso y que no se halló irregularidad alguna.

En junio de 1998 -y según un documento en poder de este periódico- De la Barreda, entonces consejero, aconsejó a su entonces director general de Industria y Energía, Alfredo Vigara, que se apartara del proceso de adjudicación del gas natural. Vigara así lo hizo. "Dada mi condición actual", decía la carta, "de miembro del consejo de administración de Unelco, empresa participante en el capital social de Gasificadora Regional de Canarias S. A. y en evitación [sic] de que pudiera cuestionarse en el futuro cualquier decisión, ruego se me acepte mi renuncia a intervenir en los trabajos".

Lo que De la Barreda -que dejó vacante la Consejería de Industria al acceder al escaño de diputado nacional- denuncia ahora que Vigara, una vez nombrado su sucesor, firmó la adjudicación del gas natural a favor de la empresa con la que había estado relacionado.

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La dirección del PP no se pronunció. Y la primera visita fue seguida por otras dos -en enero y febrero pasado-, pero la respuesta de la dirección nacional del PP siempre fue la misma. Silencio. La pasada semana, Francisco de la Barreda decidió que ya no esperaría más y denunció públicamente el "ambiente de corrupción" que existía en el PP de Tenerife.

"No lo hice", puntualiza, "porque yo quisiera controlar las listas o salir candidato, sino para evitar que el PP pudiera estar representado por gente sospechosa de corrupción". No lo entendió así el partido, que lo acusa de airear cuestiones internas "Quise lavar en casa, pero no me dejaron", se defiende el defenestrado.

Dos hipermercados

El contenido de la colada ha pasado hasta ahora inadvertido entre el marasmo de declaraciones. Tras la acusación del gas, De la Barreda denunció en Madrid la presunta concesión irregular de dos hipermercados -uno en Telde (Gran Canaria) y otro en Tenerife- y la construcción del parque eólico de Fuencaliente, en la isla de La Palma, también fueron puestos en tela de juicio.La situación se desbocó cuando Julia Bango, la abogada del PP que investiga una presunta recalificación ilegal de Tegueste, al norte de Tenerife, empezó a recibir amenazas y agresiones ante la apatía aparente de sus compañeros de partido.

El vaso se desbordó el día en que uno de los anónimos incluyó la fotografía de De la Barreda junto a la palabra muerte. "La denuncia pública", explica uno de los pocos seguidores que le quedan en Santa Cruz, "fue su forma de blindarse, de que los militantes del PP y la opinión pública en general se enterase de que cosas muy raras estaban pasando".

Sin embargo, nadie en la dirección del partido -al menos oficialmente- se ha creído que Francisco de la Barreda se haya movido por amor a la pulcritud democrática.

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