Inversiones y perversiones
Inversión económica significa, según los diccionarios, que una fuente A emplea productivamente bienes económicos en un destino B para obtener como resultado final en A una magnitud de éstos mayor que la empleada. Si el resultado actual del mundo es que más de cien naciones muy empobrecidas, en las que viven más de 3.500 millones de seres humanos en condiciones muy miserables, deban cada vez más y más a apenas un puñado de naciones enormemente enriquecidas, precisa y fundamentalmente por causa de las inversiones económicas y los desequilibrios que éstas crean, me pregunto por qué se alegrarán tanto algunos responsables en los destinos B, cuando los responsables de las fuentes A les anuncian que han decidido realizar inversiones en ellos. Eso significa, literalmente, que piensan sacar bastante más de lo que van a meter, como se ve por el deplorable estado general de los receptores a nivel mundial. Los dirigentes y los depauperados ciudadanos de los destinos B deberían echarse a temblar al oír la palabra inversión, pero los propagandistas del pensamiento único han conseguido hacer que esa droga dura de la inversión y sus leoninas condiciones aparezca como un maná, como algo que llueve del cielo gratis y no se devuelve. No se lo crean. El diccionario dice que no es así, y la realidad mundial, tampoco.-