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Entrevista:

"El régimen de Argelia ha optado por gobernar a través del terror"

Miguel Ángel Villena

Salima Ghezali está persuadida de que, si fracasan las elecciones presidenciales del próximo mes de abril en Argelia, el país magrebí asistirá a una explosión social. "Si no regresa la esperanza, si la gente pierde su confianza en un camino hacia la democracia y la justicia, habrá un estallido terrible de descontento, porque la situación de pobreza ha tocado fondo". Nacida en 1959, esta periodista y escritora se ha convertido en un referente de la conciencia crítica de Argelia, y su tarea de incansable luchadora por los derechos humanos ha sido reconocida en todo el mundo con premios de prestigio y distinciones universitarias. Fue la única mujer del área del Magreb que dirigió una revista, La Nation, clausurada por el régimen militar argelino hace un par de años.Esta intelectual, educada en árabe y en francés, muestra su confianza en las posibilidades de un diálogo en Argelia y sostiene que "la mayoría de la sociedad argelina apuesta más por las soluciones moderadas que por los planteamientos extremistas, bien sean del régimen o de los islamistas". Pero, a renglón seguido, Salima Ghezali ofrece las razones que, a su juicio, explican que se prolongue desde 1992 una situación de guerra civil, de terror generalizado y de atentados indiscriminados. "Un amplio sector del poder, tanto militar como civil, prefiere el caos a una estabilidad democrática. De este modo, defienden mejor sus posiciones dominantes en las instituciones y aseguran el control de las riquezas económicas y de un sistema de corrupción que invade todos los rincones del país. En realidad, el caos que vive Argelia favorece los intereses económicos del régimen del general Liamin Zerual porque el régimen ha optado por gobernar la sociedad a través del terror".

Contra los extremismos

De figura menuda y una voz dulce que expresa ideas firmes y arraigadas, Salima Ghezali visita estos días Madrid y Barcelona para presentar su novela Los amantes de Sherezade (editorial Martínez Roca), una crónica que bascula entre el realismo crudo y el lirismo con el paisaje de fondo de Argelia. "No podía ser de otra forma", aclara la autora, "porque hoy resulta imposible escribir honestamente sin hablar de lo que está pasando". En lo que está ocurriendo, Ghezali reparte las responsabilidades entre todo tipo de extremistas, los que promueven la represión desde la cúpula del poder, incluso con escuadrones de la muerte, y los islamistas que ejecutan matanzas de inocentes. A Occidente, no sólo a sus Gobiernos, sino también a sus sociedades, la periodista le pide que ejerza la máxima presión posible para que las elecciones de abril sean limpias y honestas, unos comicios a los que concurrirá una coalición moderada de cinco partidos que Salima Ghezali contempla con simpatía.

Comodidad occidental

La escritora magrebí critica con contundencia lo que califica de "comodidad de los intelectuales europeos". "Percibo una especie de fatalidad, un discurso pobre y reduccionista, en esa expresión de la modernidad que representa Occidente. La gente está saturada de información y llega un momento en que desconecta y se despreocupa de lo que pasa tanto dentro de sus fronteras como en otros países".

Al hilo de estas reflexiones, Salima Ghezali exclama: "Cuando hablan de musulmanes, los medios de comunicación occidentales parece que están hablando de marcianos. La cultura del islam tiene 15 siglos de historia donde ha habido aportaciones muy positivas y también influencias negativas. Pero parece increíble que a estas alturas se descubra el islam. La religión y sus caricaturas juegan su papel, pero las rebeliones en muchos países islámicos responden asimismo a revueltas contra el despotismo del poder establecido, a indignación ante las injusticias sociales y la pobreza. Nunca puede perderse de vista que Argelia, por ejemplo, es un país rico que dispone de recursos naturales como el gas y el petróleo, pero cuya mayoría de la población vive en condiciones de pobreza absoluta. Los movimientos islamistas sólo representan la forma más espectacular de rebelión contra el estado de cosas".

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