_
_
_
_
_

Los alumnos griegos se apoderan de la calle

Alarma social tras dos meses de manifestaciones de estudiantes de secundaria

Las manifestaciones se han convertido en algo tan cotidiano en Grecia como el ruido y la contaminación. Cuando alguien quiere protestar por algo sale a la calle y bloquea las carreteras sin que la policía llegue a impedirlo. Siguiendo el ejemplo de sus padres y profesores, los alumnos de educación secundaria tomaron las calles hace más de dos meses para protestar en contra del ministro de Educación, Gerásimos Arsenis, y su ley de reforma del sistema educativo griego. Desde entonces hasta hoy han seguido haciéndolo periódicamente. Entre los aspectos más conflictivos de la ley, los alumnos destacan la propuesta de sustituir el actual sistema de exámenes de entrada a la Universidad por otro basado la puntuación media de los tres últimos años de la educación secundaria (Liceo). Los primeros afectados por el cambio serían los estudiantes que este año cursan segundo de Liceo y que comenzaron las clases sin haber recibido información sobre el nuevo sistema, sin los nuevos libros de texto y, lo que es peor, con profesores que no están preparados para el cambio.

A pesar de que Gerásimos Arsenis ha reconocido que su ministerio cometió fallos en la aplicación de la ley, está dispuesto a continuar con la reforma de un sistema "que da diplomas sin contenido educativo" para reemplazarlo por otro "capaz de preparar a nuestros jóvenes para que compitan en el nuevo mercado laboral europeo".

Asimismo ha anunciado que, a partir de septiembre, la reforma se extenderá a los primeros años de secundaria (Gimnasio) y a primaria (Dimotikó). Sin embargo, los estudiantes sorprendidos en medio de los dos sistemas no están dispuestos a ser los que paguen el pato por una reforma que llega de repente (la ley fue aprobada en 1997 e introducida en octubre de 1998), sin una campaña de información ni un programa piloto.

En cuanto a los círculos políticos, la reforma cuenta con la oposición de todos, excepto del PASOK. El partido en el Gobierno respaldó por completo la tarea emprendida por Gerásimos Arsenis en la fallida moción de censura contra el ministro propuesta por la oposición conservadora. Sin embargo, no ha podido acallar las voces que piden la revisión total de la reforma y la dimisión de su artífice. Gerásimos Arsenis se ha negado a dimitir, a la vez que invitaba a los estudiantes a regresar a las aulas con el fin de no perder el año escolar y, desde ellas, poder negociar pequeños reajustes de la ley.

Perder la paciencia

Mientras que continúa el tira y afloja entre estudiantes y Gobierno, la gente en la calle empieza a perder la paciencia. Los cortes diarios de tráfico por todo el país, las continuas manifestaciones y enfrentamientos de estudiantes con padres preocupados e irritados conductores, los actos de vandalismo realizados durante las concentraciones, los daños producidos en los institutos ocupados (se estiman en 750 millones de pesetas) y los posibles intereses de profesores y políticos ya han superado con creces las altas dosis de aguante que tienen los griegos ante las situaciones caóticas. En medio de toda esta polémica, en la que todos se echan la culpa, nadie niega la necesidad de reformar el sistema educativo público y de paliar sus males endémicos: problemas de infraestructura, falta de profesores, libros y aulas, inexistencia de laboratorios y desapariciones misteriosas de fondos. Todas estas carencias obligan a la mayor parte de las familias a gastarse unas 40.000 pesetas por hijo al mes en una academia de apoyo (frontistirio) para asegurar su entrada en la Universidad.

De hecho, en Grecia se gasta más dinero en educación privada que en ningún otro lugar de Europa, lo que genera una seria duda acerca de la igualdad de oportunidades de acceso a la educación en un país que supuestamente ha tenido educación pública gratuita desde los años sesenta.

Muchos acusan a las asociaciones de profesores de educación secundaria de ocultarse tras las reivindicaciones de los estudiantes para defender sus propios intereses. La mejora del nivel de los centros públicos de enseñanza prevista en la reforma podría hacer perder importancia a los, hasta hoy imprescindibles, frontistirios y dejar sin "segundo trabajo" a muchos de los profesores de la enseñanza pública que redondean sus ingresos en el sector privado.

La nueva legislación educativa no es más que la segunda parte de una reforma que ya comenzó el año pasado con los profesores. La modificación del acceso a una plaza docente pasó a ser mediante oposiciones, sustituyendo el caduco sistema de lista de espera por orden de antigüedad, que a veces llegaba a los 10 años, y hacía dudar a muchos sobre la capacidad educativa de los profesores. Las primeras oposiciones convocadas por el Ministerio de Educación griego en junio de 1998 se celebraron en medio de manifestaciones y protestas de muchos licenciados. Los resultados se ocuparon de dejarles en ridículo. Las 6.000 plazas de enseñanza no universitaria que habían salido a oposición no llegaron a cubrirse por falta de aprobados. Sólo un 25% de los licenciados presentados obtuvo el mínimo exigido.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_