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Un pobre consuelo

Robert Rubin, secretario del Tesoro de Estados Unidos, es inteligente, experto y humano. Pero en su discurso al Foro Económico Mundial de Davos del sábado tuvo poco que ofrecer sobre el gran tema político de hoy: la reforma del sistema financiero internacional. Afirmó que ni se podía hacer ni se haría gran cosa para hacer más seguro el mundo. La conclusión no es que los mercados de los países emergentes deban volverse hacia sí mismos, sino que tienen su destino en sus propias manos.

La economía mundial se encuentra ahora en el segundo año de una crisis financiera que barrió Asia y Rusia y que ha alcanzado ahora a Brasil. Como respuesta, los países más poderosos del mundo han dicho a los afectados que, para restablecer la confianza, deberían tomar medidas políticamente impopulares para la reforma estructural radical y la contención macroeconómica. Es un pobre consuelo.

Rubin tampoco ha dicho otra cosa. Aunque aprueba los beneficios a largo plazo de un sistema basado en el mercado, reconoce las inestabilidades inherentes a los mercados financieros. Como respuesta, recomienda adoptar medidas para reducir la volatilidad de los flujos de capitales. (...) En suma, lo que Robert Rubin ha dicho a las economías emergentes de mercado es que depende de ellas mismas evitar enfermar y, en caso de que sucumban, recuperarse. Las economías emergentes de mercado deberían seguir las políticas sólidas, prudentes y orientadas al mercado requeridas para la navegación en alta mar... o no perder de vista la orilla.

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, 1 de febrero

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