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Santander y BCH diseñan un modelo de fusión que evite choques entre directivos

La comisión ejecutiva del BSCH contará con cuatro miembros de la familia Botín

La experiencia, dice la máxima, es un grado. Tal vez por ello, los arquitectos del nuevo Banco Santander Central Hispano (BSCH) han realizado un esquema de fusión en el que que destaca el exquisito cuidado a la hora de repartir poderes. El objetivo es herir las menos susceptibilidades posibles y evitar enfrentamientos.

Unas ideas que fueron subrayadas hasta la saciedad por los copresidentes del BSCH, Emilio Botín y José María Amusátegui, en la presentación de la nueva entidad. "Estamos ante una fusión igualitaria", dijeron ambos. "Los dos equipos, unidos bajo la dirección de Ángel Corcóstegui [vicepresidente primero y consejero delegado de la nueva entidad], serán imbatibles", recalcó Botín.

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Esta imagen de unidad y respeto no es sólo una pose obligada: es una necesidad. Amusátegui, Corcóstegui, Alfredo Sáenz, Antonio Escámez, Francisco Luzón, Baldomero Falcones o Luis Abril, sólo por citar algunos nombres de personas implicadas en el nuevo BSCH, han vivido y sufrido lo que significa una fusión con problemas, sin química personal.

Aún están en la mente de todos las peleas de los bilbao contra los vizcaya durante la gestación del BBV. O las de los del Central contra los del Hispano en la fusión que dio lugar al BCH.

Pero la química y el respeto personal no es lo único trascendente en una operación de este calibre. Los gestores de la entidad saben que poner en marcha una fusión es harto trabajoso y que, habitualmente, conlleva un parón.

Pánico al frenazo

Que ese frenazo sea prolongado es algo muy peligroso, y más en estos momentos, con una competencia feroz y unos márgenes muy estrechos. Otra razón más, y de peso, para fomentar que todo el proceso de fusión sea lo más armónico posible, aunque sin olvidar que en la operación predomina el Banco Santander y que el canje es de tres acciones de la entidad cántabra por cinco del BCH.

Este equilibrio fluye desde las más altas instancias de la entidad, con la presidencia compartida hasta el 2002, cuando Amusátegui se retirará y dejará el trono a Botín. Ambos, junto a Corcóstegui y Matías Rodríguez Inciarte, vicepresidente del nuevo banco, formarán el comité que tutelará la fusión.

La comisión ejecutiva, el cerebro de cualquier entidad, estará formado por 10 personas, cinco de cada banco. Por parte del Santander habrá cuatro miembros de la familia Botín (Emilio Botín; su hermano, Jaime Botín; su hija, Ana Patricia Botín y suprimo, Rafael Alonso Botín) que estarán acompañados por Matías Rodríguez Inciarte. Por parte del BCH, los componentes de la comisión ejecutiva son José Maria Amusátegui, Ángel Corcóstegui, Antonio Escámez, Santiago Foncillas y Fernando de Asúa.

El consejo del nuevo banco estará formado por 13 representantes del Santander, 12 del BCH y 2 independientes (Manuel Soto y Alberto Salazar Simpson). En este consejo estarán presentes los pesos pesados del Santander, con la baja, según fuentes de la entidad, de Juan Rodríguez Inciarte.

Por el BCH, y además de Amusátegui y Corcóstegui, estarán Santiago Foncillas, Fernando de Asúa, Antonio Escámez, Gonzalo Hinojosa (presidente de Cortefiel), Pedro Ballvé (presidente de Campofrío), Bernard de Combret (representante de la francesa Elf), un representante de Assicurazioni Generali, Jorge Manuel Jardim (representante del Banco Comercial Portugués), Axel von Ruedorffer (representante del Commerzbank). El decimosegundo sería Epifanio Ridruejo o Felipe Benjumea.

Es decir, que quedarían fuera actuales consejeros del BCH como Juan Alfonso Güell, Antonio Barrera, Alberto Oliart o Manuel Olivencia. El secretario del consejo será Ignacio Benjumea; el letrado asesor, Antonio de Hoyos, y el responsable de la asesoría jurídica, Rafael Martínez Simancas.

En cuanto a las 14 unidades operativas, todas dependen de Corcóstegui, incluido Banesto. En general, las áreas operativas estarán controladas por hombres del Santander, en tanto que las de apoyo recaen en los del BCH. En este caso, los diseñadores de la fusión han hecho una apretada selección de la que han quedado fuera hombres de reconocida valía de ambos bancos (Marcial Portela, Antonio Basagoiti, Joan David Grimá y Emilio Novela).

Un esquema, pues, pensado por y para el equilibrio. Y con una figura clave, Ángel Corcóstegui, el eje, junto con los copresidentes, de la nueva entidad.

Mayoría de CC OO

Otro aspecto clave para garantizar una fusión lo más pacífica posible es el laboral. Es evidente, los sindicatos son conscientes de ello, que los 106.519 empleados del gigante financiero son muchos para el perfil de banco que hay sobre la mesa. La dirección tampoco lo oculta y ya ha anunciado que habrá reducción de plantilla, pero de forma no traumática, es decir, a través de bajas vegetativas y prejubilaciones pactadas.

Para afrontar este asunto, Corcóstegui ha designado a Baldomero Falcones, que lleva años ocupándose de este asunto en el Banco Central Hispano con notable éxito. Al otro lado de la mesa Corcóstegui y Falcones tendrán, además, a viejos conocidos. Tanto la máxima responsable de banca de CC OO, María Jesús Paredes, como el de UGT, Juan Sánchez, pertenecen a la plantilla del BCH.

La fusión ha provocado un nuevo reparto de poder en los sindicatos. La central mayoritario es Comisiones, con el 34,3% de la representación; seguida de UGT, con el 29,5%;, el FITC, con el 14,8%; el AMI, con el 8,1%; CGT con el 7,1% y CIGA, con el 1,1 Además, haya varios sindicatos con representación inferior al 1%.

De momento, los sindicatos y la dirección del Banco Santander Central Hispano han llegado a un acuerdo para suscribir un protocolo que garantice la negociación del futuro de los empleados del nuevo grupo bancario español.

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