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La nueva política nuclear alemana abre un frente de conflicto con Francia

Decididamente, el peligro viene de Alemania. No contentos con enviar a Daniel Cohn-Bendit a encabezar la lista europea de los Verdes franceses, los ecologistas del otro lado del Rin enviaron ayer a París a su ministro de Medio Ambiente, Juergen Trittin, para convencer a sus vecinos de que la decisión alemana de abandonar la energía nuclear va en serio y muy en serio.

El anuncio alemán de que se suspenderá el tratamiento del combustible nuclear el próximo año ha provocado el efecto de un vendaval porque hasta ahora nadie en Francia, y por lo visto tampoco en Gran Bretaña, había llegado a creerse verdaderamente que la alianza gubernamental socialdemócrata-verde de Bonn estuviera dispuesta a ir tan lejos. El conjunto de la industria nuclear francesa y británica se mostró ayer conmocionado por una decisión que afecta directamente al futuro de esa forma de energía, pero ha sido la Cogema, la potente Compañía General de Materias Nucleares francesa, que trata y recicla buena parte de los combustibles usados procedentes de Alemania, la primera en acusar el golpe. Según sus cálculos, la retirada alemana de la industria nuclear supondría a la compañía unas pérdida de actividad de unos 30.000 millones de francos (unos 4.507 millones de euros) y muchos puestos de trabajo. Para exasperación de los franceses y británicos, Juergen Trittin afirmó ayer, tras la entrevista con la ministra de Medio Ambiente, su correligionaria Dominique Voynet, que "no hay base jurídica que obligue a Alemania a indemnizar a sus vecinos franceses y británicos por la paralización del tratamiento de los combustibles nucleares usados, porque ésta es una decisión adoptada por ley, por fuerza mayor, que no da lugar a compensaciones". Palabras mayores que pueden envenenar notablemente el renovado eje franco-alemán y la buena sintonía entre ambos ejecutivos, puesta otra vez de manifiesto en la visita privada que el primer ministro francés ha realizado recientemente al canciller alemán.Ningún efecto

La advertencia de que Alemania deberá en ese caso hacerse cargo de los desechos nucleares hoy conservados en territorios francés y británico no obtuvo ningún efecto. Además de aceptar que los desechos deben, efectivamente, volver a Alemania, el ministro de Medio Ambiente tuvo el detalle elegante de indicar que, un Gobierno progresista como el suyo nunca pretendería "imponer a otro país la conservación de un material tan peligroso como el plutonio". La ministra verde francesa, Dominique Voynet, se mostró discreta, poco dispuesta a hurgar en un asunto de efectos tan perjudiciales e inquietantes para su país, que fía a lo nuclear la producción del 85% de la energía que consume. "Las discusiones serán largas", adelantó, antes de señalar que el Gobierno va a estudiar con detenimiento la situación. Quien sí habló y en términos más comprometidos fue el secretario de Estado para la Industria, Christian Pierret. Tras expresar su "decepción" por la decisión alemana, el secretario de Estado subrayó que las consecuencias económicas para Francia serán graves también en el terreno del empleo, y que sólo un acuerdo franco-alemán sobre el calendario y el ritmo de la retirada puede paliar los daños. Al otro lado del canal de La Mancha, el ministro británico de Industria, Stephen Byers, reclamó una reunión urgente con Juergen Trittin. También el Gobierno de Londres dice disponer de contratos sólidos que obligan a los alemanes a indemnizar a la compañía British Nuclear Fuels en el caso de que suspendan el tratamiento y reciclaje de sus combustibles nucleares.

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