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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

¿Inspectores o espías?

UNA COSA es una inspección bajo mandato de las Naciones Unidas para buscar armas de destrucción masiva en Irak y otra que EE UU haya utilizado las posibilidades que le brindaba esa misión para sus propios fines: para espiar al régimen de Sadam Husein con el fin de facilitar los bombardeos con que pretende debilitar al dictador. Las alegaciones publicadas ayer en este sentido por The Washington Post y The Boston Globe llueven sobre mojado. El secretario general de las Naciones Unidas, Kofi Annan, ha desmentido naturalmente que tenga pruebas de ese espionaje. Pero ¿acaso podía hacer otra cosa?La labor de la Comisión Especial de las Naciones Unidas (Unscom) siempre ha sido polémica, ya sea por acusaciones de sesgo proamericano o extralimitaciones de su mandato por parte iraquí, rusa o china. El ex inspector norteamericano Scott Ritter denunció, por su parte, la estrecha cooperación entre ese equipo internacional y los servicios israelíes de espionaje. Ritter ha llegado a asegurar que EE UU se hizo con el control de la Unscom en 1997, bajo la batuta de su presidente ejecutivo, el australiano Richard Butler, cuyos informes han servido a EE UU para justificar sus últimos bombardeos contra Irak. Hay evidencias suficientes que indican que Butler ha respondido a las órdenes de Washington antes que a las del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, del que depende la Unscom desde su creación, en 1991, tras la guerra del Golfo. También era de esperar que Butler rechazara tajantemente las acusaciones de espionaje. Para ello ha recordado que hasta 40 países han colaborado con esta comisión en su empeño de buscar las armas iraquíes o los medios para fabricarlas.

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Los inspectores de la ONU en Irak espiaron para Estados Unidos

Existe una línea de demarcación entre una inspección legitimada por la ONU y el espionaje, aunque en ambos casos se trate de buscar información. Si no siempre en los métodos, dada la continua obstrucción iraquí a las tareas inspectoras, sí en el uso de la información obtenida. Esa información obtenida por la Unscom pertenece al Consejo de Seguridad, no a uno de sus miembros, por mucho que sea el de mayor peso político. Que los inspectores de las Naciones Unidas se conviertan en espías de Estados Unidos constituye una clara violación del mandato del Consejo de Seguridad, por mucho que Sadam Husein sea un dictador detestable.

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El daño ya está hecho. Las alegaciones vienen a alimentar la deslegitimación de la política de EE UU hacia Irak y, sobre todo, socavan la labor de las Naciones Unidas, por mucho que Annan haya ejercido su propia autoridad al imponer la permanencia en Irak de todo el personal de la ONU para ayuda humanitaria, que incluye a 14 británicos y estadounidenses que Sadam Husein quería expulsar. Estas denuncias cancelan cualquier hipótesis sobre el regreso de los inspectores a Irak después de los recientes bombardeos, pese a que la inspección sobre el terreno sea la forma más efectiva de buscar las temidas armas. Sólo la destitución de Butler podría dar una mínima oportunidad para reanudar el diálogo de las Naciones Unidas con Irak. Pero esto ya no importa a EE UU, que ha optado abiertamente por la política de la cañonera, en su versión misil.

Las importantes, aunque desmentidas, denuncias han llegado como un soplo de aire fresco para Sadam Husein, cuando parecía más aislado, al menos externamente. Su llamamiento a los árabes para que se subleven contra los Gobiernos que colaboran "con los enemigos" refleja un cierto grado de desesperación, y también una estrategia de confrontación creciente. Así lo demuestra la última escaramuza sobre la zona sur de exclusión aérea, que Sadam cuestiona ahora por primera vez, aunque está en vigor desde 1992. El dictador intenta no ya ganar la partida militar, sino la guerra de la propaganda, y EE UU parece empeñado en ayudarle en esta tarea. ¿No sería mejor cambiar de estrategia? En el supuesto de que haya alguna.

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