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Tribuna
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Rompiendo tópicos

El presidente Chaves ha confesado que le preocupa que no se eliminen los tópicos que existen sobre Andalucía y ha señalado como principales responsables de la divulgación de estos tópicos a los medios de comunicación y a los periodistas. Y lo ha dicho así, en general, sin mayores precisiones. Resulta curiosa la preocupación de Chaves, si se tiene en cuenta que son precisamente los medios de comunicación que dependen de la Junta de Andalucía los que más gustan de rebozarse en el tópico, mostrar una Andalucía bronca y panderetera, aunque simpática. En general, el resto de los medios de comunicación han ido abandonando el lugar común que describe esta tierra como un lugar habitado por gentes perezosas y alegres. Desde que los coros y danzas dejaron de salir por TVE -hace ya bastante tiempo- los únicos reflejos de la Andalucía eterna aparecen en televisión cuando, en un concurso, surge un andaluz que pretende ejercer de gracioso. Afortunadamente, en estos tiempos Andalucía es identificada más con el AVE o el patrimonio cultural que con la feria de Sevilla o los carnavales de Cádiz. Eso, naturalmente, de Despeñaperros hacia arriba, porque aquí abajo la radiotelevisión pública parece empeñada en lograr que su visión pesimista se extienda hasta inundar el comienzo del próximo milenio. Para la radiotelevisión pública andaluza, este rincón de Europa no es sino un solar en el que se sucede una fiesta tras otra, en el que la juerga sólo se interrumpe para dejar pasar procesiones con cristos sangrantes, vírgenes llorosas o alegres romerías. Tanta jarana y tanto fervor atestiguan la supervivencia del tópico de la Andalucía perezosa y despreocupada. Pero hay aún otro tópico que no deja de aparecer cada tarde en las pantallas de Canal Sur: la Andalucía inculta, atrasada y soez como la que representan esos monstruos que aparecen en el programa de sobremesa de Irma Soriano. Esta Andalucía merdellona -por utilizar la descarnada expresión malagueña- es casi una reserva natural alimentada sólo por la televisión de la Junta. Personajes así no se los encuentra uno por la calle. Afortunadamente. Esta visión pesimista, tópica y anacrónica de Andalucía sólo se puede encontrar -al menos en estas dosis- en la radiotelevisión pública andaluza. De ahí que resulten sorprendentes las declaraciones de Chaves en las que achacaba a los periodistas y medios de comunicación el cultivo de los tópicos sobre Andalucía. La única explicación razonable para tal despiste es que Chaves no vea Canal Sur. Si es así, es de alabar su buen gusto, pero al menos debería de tener cierta curiosidad por saber en qué se gasta un buen pellizco de nuestros presupuestos. También puede ser que Chaves, simplemente, se haya convencido por fin de lo nocivo y empobrecedor que socialmente resulta el cultivo del tópico y esté dispuesto a dar la batalla. Podría ser que los medios a los que se refería fueran precisamente sus propios medios y que se disponga a iniciar la revolución cultural de Canal Sur, acabando con el concepto pesimista que este canal tiene de los ciudadanos que lo mantienen con sus impuestos. Si es así, pronto tendremos la oportunidad de comprobarlo.

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