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La sordera de 300 cachalotes por el tráfico marítimo augura una catástrofe en Canarias

La contaminación acústica provoca colisiones con los barcos y una caída de la reproducción

El ruido ensordece a los cachalotes. La contaminación acústica del tráfico marítimo entre las islas de Gran Canaria y Tenerife, justo donde estos animales han encontrado un hábitat rico en alimentos, se ha convertido en una trampa mortal. Estos animales, con la envergadura de una locomotora, forman una colonia estable en el archipiélago canario, pero su suerte corre peligro. Ua tesis doctoral realizada por el investigador Michel André, demuestra que la sordera reduce el ciclo reproductor de los 300 cachalotes de Canarias y, a corto plazo, podría provocar su marcha y una catástrofe ecológica en los bancos de cefalópodos.

El estudio de estos cetáceos, que le ha valido a Michel André el Premio Joven 98 de Medio Ambiente de la Fundación General de la Universidad Complutense de Madrid, fue encargado por Transmediterránea tras producirse una trágica colisión entre uno de sus buques y un cachalote. Un pasajero resultó muerto y varios resultaron heridos en el percance. Como no era el primer incidente, aunque sí el más grave, la naviera decidió encargar al biólogo Michel André (Toulouse, Francia, 35 años) un estudio sobre el comportamiento de los cetáceos, averiguar las causas de las colisiones y evitarlas.Desde 1992, André y otros siete colegas de la Universidad de Las Palmas, con alumnos de Veterinaria y Ciencias del Mar, y el apoyo del profesor Antonio Fernández, se ha dedicado en cuerpo y alma a descubrir las claves del encargo, primero que se hace en el Atlántico oriental. Sus conclusiones arrojan los primeros datos que se conocen de una población estable de cetáceos. Tras elaborar un censo de estos animales en el archipiélago -han localizado 30 especies de cetáceos-, la mayor parte de los 324 a 459 individuos que merodean sus aguas durante el año son fijos. No es habitual.

Se tienen noticias de que un cachalote macho arponeado en Nueva Escocia (Canadá) fue capturado en España siete años después, y se sabe que estos mamíferos disponen de canales de comunicación de baja frecuencia que les permiten avisarse entre sí, aunque medien distancias intercontinentales.

El hecho de que la colonia de Canarias sea estable se debe a sus especiales condiciones geográficas: un archipiélago volcánico en medio de unas corrientes marinas con profundidades de hasta 6.000 metros. En ese medio confluye un riquísimo habitat de organismos microscópicos representantes de toda la cadena trófica de la máxima densidad. Gracias a estos recursos, los cachalotes encuentran aquí una fuente de alimentación permanente, aunque se ha observado que su presencia más numerosa coincide con los meses de marzo y octubre. Cada ejemplar ingiere entre media y una tonelada media diaria de cefalópodos (calamares).

De los 15 ejemplares que suelen integrar una manada, nueve bucean en busca de alimento, mientras seis descansan o juguetean en la superficie en turnos rotatorios y en permanente comunicación acústica entre el grupo gregario. Algunos individuos son capaces de permanecer 90 minutos sumergidos, pero cuando están al límite de las reservas de aire suben a la superficie compulsivamente para respirar. Ése es el momento fatídico de la colisión con los barcos. Mediante la utilización de hidrófonos (micrófonos bajo el agua) se ha observado que los cachalotes emiten de manera permanente señales acústicas detectables a 10 kilómetros de distancia desde la posición de los investigadores. Gracias a este sistema han seguido sus desplazamientos por todo el área central del corredor que separa Gran Canaria de Tenerife, justo donde se produce la mayor concentración de tráfico marítimo.

Con una longevidad tan prolongada como la del hombre (hasta 100 años), se desplazan en manadas de 12 a 17 individuos, en torno a un radio de acción de unos cinco kilómetros cada ejemplar, según el seguimiento que hacían los observadores, mediante la emisión de señales acústicas en baja y alta frecuencia, desde barcos de observación.

Trauma acústico

Los cachalotes no reaccionaban ante las emisiones de baja frecuencia, pero sí frente a las altas, aunque por poco tiempo. Al cabo de dos o tres experimentos dejaban de hacerlas caso, a pesar de emitirlas desde menos de cien metros. El experimento iba encaminado a probar la eficacia de este sistema para espantar a los cachalotes de las rutas marítimas, pero se demostró inútil.Según André, los cachalotes muestran una alta tolerancia al ruido de los barcos que se emite en baja frecuencia. Si se presenta un ruido añadido (alta frecuencia), al principio les molesta, pero con el tiempo lo integran en la contaminación acústica del entorno.

¿Podría ocurrir que el exceso de ruido, además de aumentar la tolerancia, afectara al oído de los cachalotes? Gracias a la ayuda de la Consejería de Medio Ambiente canaria pudieron disponer de dos ejemplares recién muertos que habían colisionado con un buque de carga en abril de 1996. Tanto en los análisis de unas muestras realizados en el archipiélago, como el diagnóstico de la Escuela Militar de Harvard (Estados Unidos) se comprobó que los dos animales presentaban, efectivamente, un trauma acústico centrado en las frecuencias bajas. Ambos estaban sordos. No podían escuchar las ruidos de los barcos que se desplazan junto a ellos y carecían por tanto de cualquier posibilidad de reacción para evitar la colisión que les costó la vida.

No es posible la convivencia de un tráfico marítimo en progresivo crecimiento con unos cachalotes que se quedan sordos. Según la Comisión Ballenera Internacional, el ciclo de reproducción de los cachalotes oscila entre los cinco y seis años. En Canarias, según André ese ciclo se ha reducido a cuatro y tres, prueba evidente de que se trata de una población en declive. "Si el periodo de gestación es de 16 meses, mucho tienen que correr las hembras para recuperarse", asegura."Eso significa, a corto plazo, que si no se restablecen las condiciones que permitan una actividad reproductora eficaz para mantener el grupo abandonaría el archipiélago".

"Eso es preocupante", añade André, "sobre todo, cuando se sabe que estos animales ingieren a diario entre media y una tonelada de cefalópodos. Si desaparecen 300 cachalotes, no hace falta pensar en las dimensiones de la catástrofe ambiental que ello supondría en las Canarias. Con 300.000 kilos de cefalópodos sobreabundantes diarios, su presencia afectaría a toda la importante cadena de recursos pesqueros del Atlántico norte".

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