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Tribuna
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Don Faustino

Este diario informó ayer sobre el descubrimiento científico referente a un gusano que, con un milímetro de longitud, posee una variedad de genes equivalentes al 36% del genoma humano, el catálogo miniado de nuestra condición suprema... Daña a la soberbia de la especie que una formación vermicular llegue a tanto o que la distancia entre su patrimonio primordial y el nuestro no sea, al menos, incalculable. Pero ahora casi cualquier cosa es calculable y, encima, la realidad tiende a mostrarse, cada vez más, como un tejido continuo o película universal en sesión continua que incluye simultáneamente todo y a todos.Estas evidencias que estallan hoy las intuyeron, sin embargo, hace años, cabezas tan hermosamente talladas como la que recuerdo de D. Faustino Cordón, uno de nuestros mayores biólogos, autor de volúmenes omniscientes sobre la cadena evolutiva. Explica en su Tratado D. Faustino, que pronto será nonagenario, el valor capital de la acción para buscar alimentos y el efecto decisivo de esta experiencia sobre la progresión de la vida. Desde el punto más somero de la existencia hasta la cima antropológica cruza una misma corriente de energía, fundada en la codicia por lograr un bocado.

Este gusano investigado no pasará nunca de ser lo que es, pero otros parientes suyos más despiertos y afortunados fueron trasfigurándose,cooperando y evolucionando para venir a parar en una parte implícita de lo que somos. Más o menos, si yo entendí bien a D. Faustino cuando hace 20 años me embobaba con sus bellísimas peroratas, una mujer o un hombre compendian en su compleja arquitectura el resultado de infinitas peripecias vividas con el solo fin de atiborrarse. Nos creemos incomparables por nuestro prodigio cerebral, pero, al cabo, ese milagro que piensa, o investiga, ha sido la obcecada obra artesanal del hambre.

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